sábado, 21 de abril de 2012

Once palabras



1. “Lo siento mucho. Me he equivocado y no volverá a ocurrir”.

            Una humillación innecesaria. Un monarca debe mantenerse erguido, si no se convierte en un fulano. Para qué queremos a un fulano en la Jefatura del Estado. El rey debe ser trasparente, no puede tener vida privada, eso a cambio de sus privilegios. Su caída en picado es irreversible, las palabras de los periodistas con nombre y de los políticos, conformándose con sus once palabras, suenan a hueco. Que abdique.

2. De Josep Ramoneda se salvan algunas frases, algún párrafo, como éste que destaco, lo demás es ganga, basura, palabras vacías: 
Como si Marx tuviera razón, el desbarajuste en la infraestructura económica está provocando un descontrol creciente en la superestructura política. Así estamos viendo cómo a una crisis económica a la que no se le ve salida se han ido sumando una crisis de desconfianza política generalizada; una crisis del modelo territorial que ha hecho que, desde puntos de vista opuestos, se dé el Estado de las autonomías por agotado; una crisis moral y cultural profunda; una crisis institucional de primer orden —que afecta a la Jefatura del Estado—; y una crisis diplomática con Argentina que ha evidenciado los límites del peso de España en el mundo. Es tal el clima psicológico de precariedad que vive el país, que es legítimo preguntarse cuánto tiempo tardará el malestar en convertirse en irritación y después en acción.
3. El miedo en el cuerpo.

Con pavor ven los periodistas socialdemócratas la posibilidad de que Sarkozy no sea derrotado.
"Lápiz y calculadora en mano, Nicolas Sarkozy no puede ganar. Los sondeos lo detectan. Hay pocas dudas entre los analistas".
Porque no hay que temer al elector oculto en la cabina de votar, hay que temer al propio Sarkozy:
"La voluntad de poder de Sarkozy es tan abrumadora, su voracidad tan apabullante, su capacidad de tergiversación tan descarada como para desalentar vanas y prematuras esperanzas".
 4. Menos mal, que la gente positiva aparece donde menos se le espera.

“Estamos obligados a festejar lo que tenemos, aunque sea cada vez menos” (Leonor Watling, Marlango)

“Un chiste no hace tambalearse al poder, pero sí reír a los jodidos” (Darío Adanti, de la revista Mongolia).

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