En Ifigenia
en Forest Hills, la reconstrucción de un juicio por asesinato que hace
Janet Malcolm, hay un personaje que es simpático, atractivo, encantador,
preocupado por los demás, atento, y al mismo tiempo se dice de él que es violento
con su mujer y que agrede sexualmente a su hija de pocos años. Un doctor Jekill
-se gana la vida como dentista- que viste ropa informal de grandes almacenes y
un Míster Hyde que en el armario guarda trajes de Prada, Armani y Hugo Boss. La
mayor parte de la gente que lo conoce sostiene la primera opinión, la segunda,
sólo su ex mujer –una dermatóloga- y los parientes de ésta. El problema es que
el juez, el fiscal, los detectives de la policía y la mayor parte de los
testigos, incluso los miembros del jurado, caen bajo los encantos de Daniel
Malakov, por el contrario Marina Borujova, la ex mujer, le cae mal a todo el
mundo. Todos, las dos familias enfrentadas, son oriundos de Samarcanda, en el
actual Uzbekistán, y pertenecen a una secta judía con estrictas normas de
comportamiento, de vestimenta y de alimentación. La familia de Borujova cumple
con especial rigor las normas: largas túnicas oscuras, cabello largo, una
selección exigente del tipo de alimentos, además son reservados y rehuyen el
contacto con los demás.
El
matrimonio se ha separado y hay una disputa por la custodia de la hija común,
Michelle Malakov. La disputa se envenena y el juez del caso decide con
criterios no del todo razonables, donde los prejuicios parecen evidentes,
quitarle la custodia a Marina y dársela al padre, incluso contra la voluntad de
éste. En medio de esa decisión, Daniel Malakov es asesinado en el parque, en el
momento en que Marina le entrega a la hija. La versión de la policía y del
fiscal es que Marina ha contratado a un matón para realizar la operación. En el
juicio todo se conjura para que esa versión triunfe sin demasiada oposición: al
juez se le nota la antipatía por la acusada y pone fecha para que el juicio
esté acabado cuanto antes porque quiere irse de vacaciones al Caribe; el fiscal
tuerce las pruebas para que digan lo contrario de lo que parecen querer
señalar; al abogado le hacen presentar las conclusiones sin tiempo para
prepararlas, con apenas una tarde y noche de preparación, en cambio el fiscal
tiene todo un fin de semana por delante; Marina decide testificar y no lo puede
hacer peor; los jurados no le dan ningún crédito y cuando Malcolm les
entrevista después del juicio muestran su antipatía por la acusada.
Janet
Malcolm presenta de forma magistral el proceso, retrata a los personajes de la
trama, presenta las circunstancias del juicio, la peculiar concepción de la
verdad por parte del sistema judicial, el valor que se da a las pruebas, la
importancia que tienen los prejuicios y los valores de los representantes del
poder. No se decanta por ninguna posición, pero hace evidente que la condena a
cadena perpetua para Marina no ha tenido en cuenta las razonables dudas que ha
generado el proceso.
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