miércoles, 25 de abril de 2012

Ifigenia en Forest Hills, Janet Malcolm



            En Ifigenia en Forest Hills, la reconstrucción de un juicio por asesinato que hace Janet Malcolm, hay un personaje que es simpático, atractivo, encantador, preocupado por los demás, atento, y al mismo tiempo se dice de él que es violento con su mujer y que agrede sexualmente a su hija de pocos años. Un doctor Jekill -se gana la vida como dentista- que viste ropa informal de grandes almacenes y un Míster Hyde que en el armario guarda trajes de Prada, Armani y Hugo Boss. La mayor parte de la gente que lo conoce sostiene la primera opinión, la segunda, sólo su ex mujer –una dermatóloga- y los parientes de ésta. El problema es que el juez, el fiscal, los detectives de la policía y la mayor parte de los testigos, incluso los miembros del jurado, caen bajo los encantos de Daniel Malakov, por el contrario Marina Borujova, la ex mujer, le cae mal a todo el mundo. Todos, las dos familias enfrentadas, son oriundos de Samarcanda, en el actual Uzbekistán, y pertenecen a una secta judía con estrictas normas de comportamiento, de vestimenta y de alimentación. La familia de Borujova cumple con especial rigor las normas: largas túnicas oscuras, cabello largo, una selección exigente del tipo de alimentos, además son reservados y rehuyen el contacto con los demás.

            El matrimonio se ha separado y hay una disputa por la custodia de la hija común, Michelle Malakov. La disputa se envenena y el juez del caso decide con criterios no del todo razonables, donde los prejuicios parecen evidentes, quitarle la custodia a Marina y dársela al padre, incluso contra la voluntad de éste. En medio de esa decisión, Daniel Malakov es asesinado en el parque, en el momento en que Marina le entrega a la hija. La versión de la policía y del fiscal es que Marina ha contratado a un matón para realizar la operación. En el juicio todo se conjura para que esa versión triunfe sin demasiada oposición: al juez se le nota la antipatía por la acusada y pone fecha para que el juicio esté acabado cuanto antes porque quiere irse de vacaciones al Caribe; el fiscal tuerce las pruebas para que digan lo contrario de lo que parecen querer señalar; al abogado le hacen presentar las conclusiones sin tiempo para prepararlas, con apenas una tarde y noche de preparación, en cambio el fiscal tiene todo un fin de semana por delante; Marina decide testificar y no lo puede hacer peor; los jurados no le dan ningún crédito y cuando Malcolm les entrevista después del juicio muestran su antipatía por la acusada.

            Janet Malcolm presenta de forma magistral el proceso, retrata a los personajes de la trama, presenta las circunstancias del juicio, la peculiar concepción de la verdad por parte del sistema judicial, el valor que se da a las pruebas, la importancia que tienen los prejuicios y los valores de los representantes del poder. No se decanta por ninguna posición, pero hace evidente que la condena a cadena perpetua para Marina no ha tenido en cuenta las razonables dudas que ha generado el proceso.

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