domingo, 7 de agosto de 2011

Madeira 4. Del pico Arieiro al pico Ruivo


Colón, que vivió algunos años en la vecina Porto Santo, donde se casó y tuvo hijos, para explicar a los Reyes Católicos el perfil de Madeira arrugó entre sus manos un papel. Eso es Madeira. Un lugar escarpado, lleno de aristas, solo domesticado en la zona costera, algunos pequeños valles y en los túneles recientes. Para apreciar su antigua geografía nada mejor que adentrarse por alguno de sus muchos senderos. 2500 km de senderismo, ni más ni menos, en una superficie de 57 por 23 km. Algunas rutas han de hacerse con guías, otras, aunque difíciles, se pueden hacer por libre. 


Una de las más concurridas es la que une el pico Arieiro con el Ruivo, de 5 a 7 km, a lo que hay que añadir la vuelta, según el ramal que se escoja. Es un subibaja con cientos de escalones que al final del día pasa factura, pero el espectáculo de los picos y las sierras aristados de origen volcánico no tiene igual. Eso sí, hay que tener suerte y que el día esté despejado. El paseo está acondicionado con barandillas metálicas, trepanaciones de rocas para hacer túneles y peldaños excavados, de modo que sólo se necesitan fuerzas para continuar.


Por el camino la flora y la fauna son escasos, pero el espectáculo geomorfológico merece el esfuerzo. Desde el Ruivo parten otras rutas, si aún se conservan fuerzas.


Acabamos la jornada en la ciudad de la cestería, Camacha, desde una terraza con vistas y una poncha –naranja, limón, orujo y miel- reconstituyente.

No hay comentarios: