Yo no sé cómo llevan mis conciudadanos este cacareo de los políticos bailando al borde del abismo, yo lo llevo mal. Me repugnan las caras de los candidatos, sus sonrisas, el revoloteo de sus plumas. Igualmente tedioso me resulta el juego de los titulares y de las portadas, como si fuese acontecimiento la convocatoria de elecciones y como si una fecha importase más que otra, o que en el 20-N se cifrase una clave taumatúrgica. La mierda de telecinco ha infeccionado -o inficcionado- las redacciones y ya no soy capaz de distinguir entre Ortega Cano y Rubalcaba, entre Sáenz de Santamaría y Kika Hernández. Por supuesto sé que no hay un sistema mejor que la democracia, que no es posible un neofranquismo a pesar de esa fecha, que el superpoder de China es temible si algún día sustituye a EE UU, pero no me gustan los dos grandes partidos españoles y menos que ninguno el PSOE, al que deseo que desaparezca para que de sus ruinas salga otro más moderno, menos corrupto, menos débil, menos confuso. Y por supuesto ese nuevo partido en nada ha de parecerse a Izquierda Unida. Habrá que soportar el rearme derechista que se nos avecina, seguramente es el precio que hay que pagar por estos siete años de tedio, de falta de respeto a la inteligencia y de inanidad.
A partir de ahora tendremos que leer y oír, y acaso legislar, cosas como estas:
"Aunque sea un servidor el que pone la firma, Sonia y yo somos coautores del texto. Ella que fue mi mejor amiga primero, mi pareja luego, mi esposa después, mi compañera ahora. Madre de mis cinco hijos. Que lo es todo para McCoy: la dueña de sus secretos, el sueño de su descanso, el oasis en su desierto, fortaleza, pilar, roca. Nunca un hombre aspiró a más ni una mujer a menos. Vivimos siempre juntos y moriremos juntos y allá donde vayamos seguirán nuestros asuntos, ¿verdad peque? Si con la pieza de hoy podemos ayudar a que la vida en común de alguien sea mejor, bienvenido sea el oprobio, el rechazo o la crítica de los de siempre".Aunque siempre nos quedará mirar a los ojos de lo real sin disimulos, con inteligencia:
"Es difícil, por no decir imposible, encontrar una institución más mostrenca, opresiva y anacrónica que la familia actual. La misma veneración sagrada con la que sus defensores la tratan, da idea de la que se nos viene encima. En medio de una sociedad laica, construida siglo a siglo, en busca de la libertad, la familia sigue entronizada como una piedra bendita a la que se atribuye, tanto en los fascismos como en cualquier régimen autoritario, la categoría de célula de la sociedad. Una sociedad compuesta acaso por células familiares o células madre que operan como recias sucursales del orden, las obligaciones jerárquicas, el vínculo de sangre y cosas así".
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