La derecha es buena para ordenar la ciudad, para dejarla limpita, relamida, con esas estatuas de carteros y floristas en cualquier rincón. La derecha es buena para embalsamar ciudades, para convertirlas en prolongaciones de las residencias de ancianos. Las ciudades castellanas para desgracia de sus residentes llevan décadas gobernadas por esas gentes. Sus políticos han maridado con empresarios y prensa local. En algunos casos la corrupción es evidente, en otros no, parecen honrados, pero así como en general han dejado las calles decentes y han animado la actividad cultural con orquestas y solistas del este de Europa, las han embalsamado, impidiendo que estalle sobre ellas la energía acumulada por sus jóvenes el día posterior a la crisis.
Una ciudad como Burgos, de tamaño pequeño, 170.000 habitantes, es la ciudad ideal para experimentar un urbanismo sin coches, moderno, innovador, al servicio de sus gentes. Poco a poco ampliando el transporte público, eliminando el tráfico privado. Es posible, la gente se iría adaptando, lo iría agradeciendo. Pero sucede todo lo contrario, más carriles innecesarios para coches. Había un tranvía proyectado para ese bulevar, pero no se han atrevido, todo queda reducido a una gran avenida, ancha, de asfalto y de cemento con algunos terraplenes en los que una vegetación por ahora indefinida irá arraigando. Por supuesto, un alcalde socialista no hubiese hecho algo distinto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario