Del lujo interior poco puedo decir -vimos el hermoso vestíbulo; para verlo hay que hospedarse. La otra atracción del lugar es el gran jardín con árboles de todas las latitudes, el bosque de Buçaco, obra de los carmelitas, un bosque tapiado de unas 400 hectáreas. Bien cuidado, pero difícilmente observable. Un papa decretó la excomunión para quien arrancase una flor o una simple rama. La prohibición sigue en pie. Mucho turista de autocar.
Saliendo del parque un monolito recuerda la batalla de Buçaco durante la guerra peninsular, que llaman los portugueses a la que nosotros decimos de independencia. Aquí Wellington, ennoblecido varias veces por ello, derrotó a las tropas de Massena, general de Napoleón en 1810. Hacia arriba se llega a la Cruz Alta un mirador desde el que se divisa una gran panorámica de 360 grados, aunque hoy la bruma no permite divisar el Atlántico.
El Mondego en Coimbra |
Coimbra, ya en el atardecer nos recibe con lluvia. La primera impresión es magnífica. Allí donde miro encuentro detalles que me gustan: callejuelas ascendentes, empedradas, plazas recoletas, casas modernistas, el Mondego, estudiantes con capas negras celebrando no sé qué. La Sê románica, una maravilla.
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