lunes, 25 de abril de 2011

El elegante Barça frente al grosero Madrid


El periodismo deportivo, cuando se eleva por encima de la simple crónica, al ser una teoría sobre la nada, como sostiene Sánchez Ferlosio, desnuda a sus ideólogos. En un mundo dominado por neoliberales y socialdemócrtas, sus residuos ideológicos -escoria- también llegan al mundo del fútbol. La mejor manera de ver la doblez del lenguaje socialdemócrata es leer periodismo deportivo. Sobre todo de los periodistas que escriben bonito, los que se empeñan en elevar la información hacia la literatura, los que durante estos años del zapaterismo han trasladado el mundo de buenos y malos al mundo del fútbol, allí donde domina el elegante Barça y se hunde el bruto y patoso Madrid.

El periodismo deportivo como está escrito para fanáticos de club, el reino de las emociones primarias, no cuida las contradicciones ni las inconsecuencias. Veamos estos párrafos de quien en El País, Ramón Besa, ha sustituido al rey del preciosismo, Segurola, que se fue al Marca, seguramente no para entrar en una academia, sino para ganar dinero:
Excelso en la victoria, el Barça ha sabido ser muy elegante en la derrota, virtud que le diferencia del Madrid, triunfador y también más grosero, como quedó reflejado en dos imágenes antagónicas: Piqué, diana del madridismo, felicitó uno por uno a los jugadores blancos, mientras Pepe celebraba con un corte de mangas el gol de Ronaldo. Mourinho jamás aceptó perder y por tanto siempre necesitó una excusa cuando el marcador no le dio la razón: a veces fue el calendario, otras el arbitraje y cuando no la tirria.
El madridismo se rearmó en la Liga para ganar la Copa después de que el partido de Mestalla se disputara en los términos que más favorecen al club blanco: una escenificación agresiva y un árbitro comprensivo con la intimidación como única alternativa a la capacidad de evangelización del seductor fútbol azulgrana. Los barcelonistas solo se defienden para bien y para mal con su juego. No tiene truco el Barcelona.
Toda esa ideología de lo bueno y elegante que es el Barça frente a la confusión, la crispación y la tensión que genera el Madrid, se viene abajo, al contrario de lo que manifiesta el periodista, al día siguiente de la primera derrota.
Para el periodista lo que dijera Piqué en el túnel que lleva a los vestuarios no es signo de nada. Tampoco las reacciones de los culés tras la derrota: "Dependerá mucho del árbitro que podamos realizar nuestro juego" (Valdés). "Aprovecharemos para ver si la hierba ha crecido más"; "Lo tenemos todo en contra". O el comentario del entrenador del Barça sobre "la vista privilegiada" del linier de la final de Copa del Rey, quien anuló un gol a Pedro Rodríguez: "Por dos centímetros no se gana". (Guardiola).
Y no le importa porque en su descuidado texto, desde el punto de vista de la lógica y de la honradez intelectual, el periodista practica, como se ve, las contradicciones: las excusas que echa en cara al entrenador del Madrid, él mismo las exhibe.

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