Si en Encyclopédie, su libro anterior, Philipp Blom describía el triunfo de la razón en tiempos modernos, tal como indicaba su subtítulo, Años de vértigo, su libro más reciente editado en España, acaba, por el contrario, con la irrupción de la irracionalidad en Europa, tras quince años en que desde todos los campos del saber, de las artes y de la vida se pone en cuestión el legado de la ilustración.Entre 1900 y 1914 hubo más duelos en las calles -y más uniformes- que en los treista años anteriores; los bigotes eran más grandes; los culturistas tenían más músculos, y los acorazados, cañones imponentes. Había coches de carreras y se batían records de velocidad; nacieron los héroes de los deportes y se publicaba un sinfín de anuncios de cinturones eléctricos y otros remedios para la pérdida de "vigor masculino". (...) Freud habría podido entenderlo, tal vez, si no hubiera sido, al fin y al cabo, un hijo de su tiempo: muy práctico él, diagnosticó que lo de las sufragistas era pura envidia del pene.
Grand Prix de Circuit de la Seine, fotografía de Jacques-Henri Lartigue
Años de vértigo es un gran libro, tanto por su número de páginas como por su concepción. Si antes que él otros autores lo han intentado, nadie como este autor alemán, hasta donde yo sé, ha conseguido captar un momento histórico de forma más verosímil y completa, abarcando en su descripción todos los campos posibles. Para un buen lector, no especialista, este es el tipo de libro que capta el espíritu de una época. Algo parecido logra el también reciente El mundo clásico de Robin Lane Fox.
La tesis de Philipp Blom es que en esos años de vértido, de 1900 a 1914, está el germen de todo lo que ocurrirá en el siglo XX, lo bueno, lo malo y lo catastrófico. Durante 15 capítulos, uno por año, va desgranando los cambios que a toda velocidad van transformando el mundo: en la cultura y en las artes, en el el pensamiento y en las ciencias; la irrupción del inconsciente, la neurosis y la neurastenia, y la terapia asociada, el psicoanálisis; el sufragismo y el feminismo más radical, que trastoca los roles sociales y pone en cuestión la masculinidad y el patriarcado y provoca la transformación radical de la identidad; las vanguardias artísticas y los grandes descubrimientos científicos, la teoría de la relatividad de Albert Einstein, el descubrimiento de la radiactividad por los esposos Curie o la utilización de la electricidad. La época en que Ernst Mach aseguró que no había nada que pudiera llamarse un yo; que William james dijo que sólo podía llamarse verdad a lo que era útil; que Nietzsche hizo equivaler la verdad a "un ejército móvil de metáforas"; que Wittgenstein cuestionó que el lenguaje pudiese tener algún sentido. Las sucesivas vanguardias artísticas también contribuyeron a desintegrar el yo. Así que cuando la razón fue puesta en cuestión, el vértigo se apoderó de la época y se acudió al instinto, a las fuerzas primitivas, a valores antiguos desechados, a la mística. La gente se sentía encerrada en un coche sin frenos escribió el americano Henry Adams.
Una época paradójica, pues mientras Viena quedó paralizada por el escepticismo acerca de la verdad que hay detrás de las palabras, hasta el punto de que su milenario imperio de disolvió en la inacción, EE UU tenía tal fe ciega en las palabras, y en la verdad que se oculta detrás de ellas, que se entregó a la publicidad y con ella se catapultó al triunfo económico y a la hegemonía mundial.
El miedo y la euforia dieron lugar a una extraordinaria tensión creativa, el origen de casi todas las ideas y fenómenos sociales que luego dominarían el siglo XX: socialismo y fascismo, arte conceptual y democratización, feminismo y psicoanálisis. En muchos sentidos, el siglo XX se limitó a representar los sueños y las pesadillas que surgieron en el fermento creativo de 1900-1914.Visto desde la óptica de Blom, el siglo XX, no sería sólo el siglo de las guerras -una sola guerra según él, una nueva guerra de los 30 años, desde 1914 a 1945-, sino el de las grandes transformaciones, anunciadas todas en esos años. Pocas cosas nuevas, como no sean innovaciones tecnológicas, habrán sucedido después en el mundo del arte; todo está en Klimt, en Picasso o en Duchamp. También de entonces vieve la crisis de la masculinidad o la globalización a través del colonialismo o las ideologías del siglo XX: el comunismo, el fascismo, el vegetarianismo o el nudismo.
Leyendo este libro de Blom entran ganas de tomar estos años de comienzos del siglo XXI que vivimos como laboratorio de lo que nos espera, tal como sucede con las cabañuelas, ese método tradicional de predecir el tiempo anual en base a lo que sucede en los primeros días de agosto.
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