Hay un momento extraordinario en la madurez del hombre. Al mismo tiempo que se da cuenta de que la hipótesis de Dios es innecesaria, irrelevante incluso, de que puede vivir sin Dios, cae en que no puede vivir sin Estado. Muchos, la mayor parte de los hombres vivirán una vida entera sin darse cuenta de una y otra cosa. Solo con que unos pocos se den cuenta basta para la comprensión y el bien de todos, para que la sociedad siga funcionando. Tener Estado es mejor que no tenerlo. El Estado te puede esclavizar pero tiene reglas protocolos leyes que aunque injustas se pueden ignorar o soslayar, al menos intentarlo.
La idea de Dios fue útil durante mucho tiempo, una idea de ley y justicia, una mezcla de temor y esperanza. Pero cuando el hombre se hizo adulto comprendió que era innecesaria, pues el hombre podía afrontar su debilidad de otro modo.
El Estado ha evolucionado con la humanidad y de los Estados despóticos o totalitarios hemos pasado a los estados constitucionales, democráticos con todas sus imperfecciones.
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