La dopamina es la molécula de la ilusión, en las variadas formas del deseo. Mira hacia lo que aún no somos, a lo que querríamos poseer. Cuando logramos lo que ansiábamos, una conquista amorosa, una oposición, una casa, la dopamina se inhibe (por ejemplo, según la antropóloga Helen Fisher, el enamoramiento dura entre 12 y 18 meses) y cede el paso a otras hormonas. La serotonina, la oxitocina, las endorfinas (la versión cerebral de la morfina) y las endocanabiniodes (la versión de la marihuana) son sustancias orientadas al presente, a partir de sensaciones y emociones, con ellas manejamos lo que tenemos delante, lo conseguido, la familia, los amigos, la profesión, nuestro puesto en la sociedad: nos fijan a la vida común. Por ejemplo la oxitocina (m) y vasopresina (h) hacen que tras la inhibición de la dopamina las relaciones con la pareja amorosa sean duraderas.
Aceptamos los hallazgos de la ciencia, su confirmación. Cada vez sabemos un poco más de cómo funciona nuestro cerebro. Cómo las hormonas gobiernan nuestros actos, cómo antes de tomar conciencia lo que hacemos ya ha sido decidido, y sin embargo todavía seguimos hablando de libertad y responsabilidad. Cómo podemos ser libres si nos dominan nuestras predisposiciones, si no hay margen para que podamos optar, si por encima o por debajo de la razón están los deseos, estimulados por sustancias que no podemos controlar. Cómo podemos ser responsables de nuestras acciones si hemos sido construidos con independencia de nuestra voluntad. ¿No es toda razón artificial, una invención a posteriori, una creación cultural para dar sentido a los instintos y a la emoción? Esta nueva imagen del hombre y de la personalidad que los neurocientíficos y los psicólogos están forjando apenas ha llegado a la opinión pública; no se tiene en cuenta para reformar las leyes o para que los jueces juzguen. Pero ¿podríamos vivir sin la idea de que somos libres y responsables?, ¿cómo ordenar una sociedad que no las tuviese en cuenta? De momento, hasta que encontremos una solución a esta nueva imagen debemos conformarnos con la idea de que la libertad y la responsabilidad son posibles. Queremos creer que no somos del todo fábricas bioquímicas.
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