La última referencia cinematográfica del libro de Elisenda Julibert dedicado a desmontar la idea de 'mujeres fatales' es Con faldas y a lo loco. Creo que está bien traída la referencia aunque quizá no muy atinado el reproche que le hace. La película no ha perdido un ápice de su gracia. Es una broma continua sobre los roles asignados convencionalmente al hombre y a la mujer. Los dos protagonistas, Tony Curtis y Jack Lemon, se disfrazan de mujeres para integrar en una orquesta femenina y huir de los matones mafiosos que les persiguen. El doblado personaje de Tony Curtis, Joe/Josephine, recupera de vez en cuando su condición masculina para ofrecer una imagen de rico millonario -heredero de la Shell Oil Company- con quien sueña la tercera protagonista de la peli, Sugar Kane (Marilyn Monroe). Pues en la película la ensoñación, la idealización del objeto amoroso, es en este caso más de la mujer que del hombre. Es Marilyn quien sueña con un hombre, sea cual sea su apariencia, que represente la riqueza y la vida asegurada. Tony Curtis no convierte al objeto de su amor en un ser doble al que quiera transformar. Y Jacques Lemon una vez transformado, adaptado a su nueva condición femenina, no hace nada por volver a su antiguo papel, 'no se ve atrapado sin remedio e incapaz de liberarse de su servidumbre, como corresponde al destino de la mujer en que se ha convertido' sino que disfruta mezclándose con mujeres y coqueteando con el hombre que le quiere seducir. Dafne, antes Jerry, atrae al millonario antes y después de conocer su condición, le atrae como persona independientemente de su sexo. Por tanto yo he visto en ese hombre la atracción por una persona y no tanto un impulso indeterminado como ‘atrae a un toro un trapo rojo’ según la metáfora de Julibert, pues le atrae Dafne/Jerry y no Josephine/Curtis, pongo por caso.
No veo por tanto, como aduce Elisenda Julibert, que en la frase final, 'Nadie es perfecto', que suelta el seductor millonario acabando la película al personaje de Jack Lemon cuando este le confiesa que es un hombre, anticipe una relación de sumisión de este por aquel, en que los roles se mantengan como exige la tradición. Más bien creo que la película se ríe de los roles y anticipa una vida más libre en las relaciones sexuales. Lo corrobora cuando uno de los personajes le dice a una Marilyn llorosa: 'Fuera esas lágrimas ningún hombre las merece'.
Es evidente que en nosotros late el impulso del deseo, pero no tan "incontenible que apremia a poseer, por la fuerza y si es necesario, a su objeto"; la educación y las prácticas amorosas nos llenan de convenciones que solo en casos extremos se torpedean. Casos extremos son el Mateo de Ese oscuro objeto de deseo, el Ferguson de Vértigo o el Simon de La cautiva, especialmente perturbador el Humbert Humbert de Lolita, personajes de ficción que nos alertan y nos divierten; convertido en parodia domesticamos el deseo, cerrando el círculo de nuestra naturaleza animal domesticada por la cultura. El caso bíblico de Susana y los viejos y el hecho real de la pintora barroca italiana Artemisia Gentilechi, violada a los 18 años por su maestro Agostino Tassi, que aduce como ejemplos de la 'bestialidad' del deseo masculino, son ejemplos paradigmáticos de lo que no está permitido, justo por eso con afán educativo se escribió el cuento de la Biblia o se repite la historia de Artemisia. Es significativo que Julibert cierre su libro con la fábula de La bella y la bestia, escrita por mujeres, para expresar la visión femenina del deseo masculino, entendido como una bestia que hay que domesticar. Así ha sido, la cultura y la sociabilidad lo han ido domesticando.
De hecho en contra del análisis de Elisenda Julibert el final de la película se puede entender como una liberación: los dos amigos músicos, Curtis y Lemon, y sus respectivos enamorados, habiendo sufrido cada uno de los cuatro una transformación que los libera, huyen del hampa hacia una vida que en sus risas se adivina placentera.
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