Nos escandaliza la prostitución, la indignidad de la mujer que vende su cuerpo, pero ¿deberíamos prohibirla? Si lo hiciésemos beneficiaría nuestro bienestar moral, estaríamos mucho más a gusto con nuestra buena conciencia, ¿en qué ayudaríamos a las mujeres que se prostituyen? ¿alguien ha planteado un fondo nacional para rescatar a las mujeres que no quieren hacerlo?, incluso a nivel particular, como renovados trinitarios rescatadores de presos de Argel, ¿no podríamos pensar en entregar fondos a una ONG trinitaria que rescatase una a una a las mujeres secuestradas por la mafia de la trata? De ese modo nuestro buen pensar se apoyaría en la nobleza del activista.
¿No sucede algo parecido con las mujeres que se prestan a la llamada maternidad subrogada? Lamentamos que lo hagan, decimos que mancha su dignidad, pero entonces ¿por qué no hacemos una proclama, acompañada de una ley, que diga que a cualquier mujer que haya sido tentada por el embarazo de alquiler, por cuenta de españoles, sea en el país que sea, se le proporcionará la misma cantidad de dinero que se le ha ofrecido para que libere su cuerpo? Aunque, entiendo, que antes deberíamos aclarar por qué tenemos una ley que no castiga el aborto, ya que proclamamos que el cuerpo de la mujer es suyo, y no hacemos la misma proclama para las mujeres que deciden alquilar su vientre bajo la misma premisa, que el cuerpo es suyo.
Hay otra cuestión, tantos niños no adoptados. Pero si a alguien se le pide que no alquile vientres y que adopte a un niño, ¿por qué no se le pide a quien engendra del modo tradicional que deje de hacerlo para adoptar a uno de esos niños?
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