Nuria Barrios ofrece en La impostora cuatro versiones del comienzo de Los muertos de James Joyce, debidas a cuatro traductores: Cabrera Infante, Eduardo Chamorro, María Isabel Butler de Foley y la propia Nuria Barrios. Aquí están el original y las cuatro versiones, por orden de aparición, más una versión francesa. Se pregunta Barrios, y me pregunto yo, qué resultaría si esas versiones se devolviesen al inglés.
Original
LILY, the caretaker's daughter, was literally run off her feet. Hardly had she brought one gentleman into the little pantry behind the office on the ground floor and helped him off with his overcoat than the wheezy hall-door bell clanged again and she had to scamper along the bare hallway to let in another guest. It was well for her she had not to attend to the ladies also. But Miss Kate and Miss Julia had thought of that and had converted the bathroom upstairs into a ladies' dressing-room. Miss Kate and Miss Julia were there, gossiping and laughing and fussing, walking after each other to the head of the stairs, peering down over the banisters and calling down to Lily to ask her who had come.
I
«Lily, la hija del encargado, tenía los pies literalmente muertos. No había todavía acabado de hacer pasar a un invitado al cuarto de desahogo, detrás de la oficina de la planta baja, para ayudarlo a quitarse el abrigo, cuando de nuevo sonaba la quejumbrosa campana de la puerta y tenía que echar a correr por el zaguán vacío para dejar entrar a otro. Era un alivio no tener que atender también a las invitadas. Pero Miss Kate y Miss Julia habían pensado en eso y convirtieron el baño de arriba en un cuarto de señoras. Allá estaban Miss Kate y Miss Julia, riéndose y chismeando y ajetreándose una tras la otra hasta el rellano de la escalera, para mirar abajo y preguntar a Lily quién acababa de entrar». Guillermo Cabrera Infante, 1972, Lumen.
II
«Lily, la hija de la guardesa, tenía los pies literalmente hechos polvo. Apenas había conducido a un caballero a la pequeña despensa junto a la cocina en el primer piso, cuando ya sonaba de nuevo la vieja campana de la puerta y tenía que atravesar corriendo el desnudo vestíbulo para dar paso a otro invitado. Menos mal que no era cosa suya atender también a las damas. Pensando en eso, la señorita Kate y la señorita Julia habían convertido el cuarto de baño de arriba en un vestidor de señoras. La señorita Kate y la señorita Julia se encontraban allí, chismorreando y riendo y metiendo bulla, yendo una detrás de la otra a lo alto de la escalera para asomarse sobre la barandilla y llamar a Lily y preguntarle quién acababa de llegar». Eduardo Chamorro, 1993, Cátedra.
III
«La pobre Lily, la hija del vigilante, tenía los pies literalmente deshechos. Apenas había hecho pasar a un caballero al cuartito ropero de detrás de la oficina de la planta baja, y le había ayudado a quitarse el abrigo, cuando se volvía a oír el sonido estridente del timbre de la puerta principal y tenía que volver a cruzar corriendo el vestíbulo para abrirle la puerta a otro invitado. Y menos mal que no tenía que ocuparse de las señoras. Porque la señorita Kate y la señorita Julia, pensando en ello, habían convertido el cuarto de baño de arriba en un tocador para las invitadas. Allí estaban las dos, la señorita Kate y la señorita Julia, chismorreando y riendo, atareadas y pisándose los talones la una a la otra para situarse estratégicamente en el descansillo de la escalera, asomarse por encima del pasamanos y preguntarle desde allí a Lily quién acababa de entrar». María Isabel Butler de Foley, 1994. Alianza Cien.
IV
«Lily, la hija del portero, corría sin aliento de un lado a otro. Apenas acababa de conducir a un caballero a la pequeña despensa situada detrás del chiscón, en la planta baja, y le había ayudado a quitarse el abrigo, cuando el ruido destemplado de la campana de la puerta principal sonaba otra vez y ella debía atravesar a la carrera el zaguán vacío para abrir a un nuevo invitado. Afortunadamente, no tenía que atender también a las señoras. La señorita Kate y la señorita Julia habían sido previsoras y habían convertido en vestidor el cuarto de baño del pimer piso. Allí arriba estaban la señorita Kate y la señorita Julia sin parar quietas, supervisándolo todo, cotilleando y riendo y apresurándose, una detrás de otra, hacia el rellano de la escalera, inclinándose sobre el pasamanos y llamando a Lily para preguntarle quién acababa de llegar». Nuria Barrios, 2021, Ineludibles
Français
«Lily, la fille du concierge, n’en pouvait plus à force de courir. À peine avait-elle fait passer un invité dans l’office exigu derrière le bureau du rez-de-chaussée, aidé à ôter son pardessus, que la sonnette poussive de la porte d’entrée résonnait de nouveau et qu’il lui fallait galoper le long du corridor vide pour introduire un nouvel arrivant. Encore heureux qu’elle n’eût pas aussi à s’occuper des dames. Mais Miss Kate et Miss Julia, ayant pensé à cela, avaient converti en haut la salle de bains en un vestiaire pour dames. Miss Kate et Miss Julia s’y tenaient, qui potinaient et riaient, faisant mille embarras, se pourchassant jusqu’au sommet de l’escalier, et, plongeant du regard par-dessus la rampe, criaient à Lily de leur dire qui était venu».
Apunta Nuria Barrios, cuatro versiones distintas de un mismo párrafo. Aquella disparidad de opiniones se repitió en cada ocasión en la que el texto.
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