¿Quién te engañó, barquilla?
Vuelve, vuelve la proa,
que presumir de nave
fortunas ocasiona.
Un pescador ceñudo, siempre serio, se las apaña con sus pobres aparejos para pescar unos pocos pargos y algún besugo que luego le malvenden en la lonja. A veces le acompaña su mejor amigo que le hace ver que la barquichuela que heredó de su padre y este de su abuelo, un bote al que en su país le dicen Luzzu, hace aguas y necesita urgente reparación: reponer tablas antes de recalafatear. Un día pescan un pez espada, pero su amigo, un hombre cumplidor de las normas, le hace devolverlo al mar porque está en periodo de veda. Refunfuñando, lo devuelve, aunque el pez ya ha expirado. Jesmark acaba de tener un hijo. Sobreviven como pueden, en ocasiones con la ayuda de sus suegros, que no lo tienen en gran estima por su pobre desempeño. Las restricciones de la UE, la desigual competencia con la industria pesquera, el medio esquilmado, se lo impiden. Mientras su amigo le ayuda en la reparación de la barca, ha de buscar un especialista, al que no puede pagar, por los problemas de malnutrición de su hijo. Su mujer se va a casa de sus padres porque ya no tienen medios para seguir tirando. Entonces, Jesmark da el paso que no querría dar. Recién reparada su resplandeciente Luzzu, se acoge a la ayuda que da la UE a cambio de desmantelar la barca y entregar la licencia. No es lo único que le separa irremediablemente de sus amigos pescadores, para ganar dinero fácil entra en una red de pesca ilegal en el mercado negro.
Malta me suena como destino turismo, por sus castillos y fortalezas, por los caballeros medievales. Me pregunto, viendo la película, ¿será así Malta? ¿Es significativo Jesmark de la vida de la gente común de este pequeño país? La película tiene muchas virtudes, la primera que no ofrece vistas aéreas y planos generales por la que la reconocemos gracias a tantas películas de gran presupuesto, como Gladiator, El expreso de medianoche, El código da Vinci o Juego de tronos. Apenas se alza la cámara, alguna vez para mostrarnos el mar, una autopista o una calle. Vemos planos medios, y unos pocos primeros planos, de Jesmark y su colorista luzzu, sus amigos, sus compinches, su familia. La película responde con una producción de bajo presupuesto a la vida tan difícil como sencilla que pretende reflejar. Esa es su virtud. Oyes el maltés por primera vez, ves a los personajes como si no estuvieran actuando, en lugares, barrios, calles, interiores no diferentes de cualquier otra ciudad mediterránea, su desesperado esfuerzo por llenar cada día un plato sobre la mesa, gente que no sale en las películas de gran presupuesto, la vida común, y te lo crees. Así debe ser la Malta que no vemos. Filmin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario