viernes, 3 de junio de 2022

Hormonas de la infelicidad

 

Lagunas de Neila


Somos máquinas sintientes, dijo un filósofo español del pasado siglo. Lo corroboran los neurólogos. Arriba, detrás de la frente, tenemos fábricas produciendo sustancias, o dejando de producirlas, que hacen que reaccionemos con poca intervención de nuestra voluntad. ¿Libre albedrío? Jajajá. Hormonas de felicidad las llaman: endorfinas, serotonina, dopamina, oxitocina, cortisol. Puede que sí, puede que no. La cuestión es si el cerebro es capaz de regularlas; pueden ponernos como una moto o dejarnos más solos que un zapato abandonado. Estamos a su albur. ¿Qué pasa cuando nada las regula? Pues que estamos mal. ¿Qué hacer entonces? Engañar al cerebro, hacer cosas, ocuparlo para que se vea obligado a no seguir los estímulos que ponen en marcha su química. O rezar a tu ángel de la guarda.


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