La gente no sabe. La gente no sabe nada y por eso las cosas son como son. No sabe que durante la mayor parte de la historia los poderosos dirimían sus disputas enviando a los hombres jóvenes a morir en el campo de batalla. Si en algunas partes del mundo la guerra lleva décadas en suspenso es porque los poderosos han comprendido que con parlamentos e instituciones corren menos riesgos de perder su poder su riqueza y la propia vida. El orden del mundo se sustenta en mitos que a lo largo de la historia han ido cambiando: el mito del pecado original y la culpa, y su posible redención, el mito de una historia gloriosa en el pasado, el mito del porvenir radiante, el mito de un orden social donde cada cual tiene una función que desempeñar.
Qué ridículo y deprimente resulta ver salir a un hombre de su casa enarbolando una bandera o leyendo un libro con consignas morales o políticas o filosóficas o económicas que le asignan una responsabilidad personal ineludible. Ese hombre, que salía de casa dispuesto a convertir el asta de la bandera en arma homicida contra enemigos, vuelve más tarde a casa para hacerse una tortilla en una sartén desportillada, sentarse a la mesa con la tele encendida donde alguien le habla de su gran contribución al engrandecimiento de la patria. Antes de dormir, el hombre hará su deposición en una taza de váter vieja y sucia dónde apenas funciona el sifón.
No han cambiado mucho las cosas. Los hijos de los poderosos toman el relevo de sus padres, bajo formas monárquicas o republicanas. Disputan entre ellos, en lo que parece un combate, llamándose conservadores liberales socialistas nacionalistas o comunistas. Adornan sus despachos con títulos de maestros, que acreditan una inteligencia superior, cuya diferencia con los hijos del hombre común son los contactos: sus padres les han puesto en el buen camino. Apartan para sí una parte de los dineros comunes y hacen ver que el resto lo distribuyen equitativamente.
La gente no sabe que todo es un cuento o sí lo sabe y lo pasa por alto para tener una vida tranquila. La bondad organizada de los poderosos es un cuento.
Lo peor, lo insoportable, es que nos exigen agradecimiento. Organizan elecciones para que convalidemos el engaño. Nos aseguran que el voto es la fuente que da legitimidad a su poder. Pero el voto no es más que un artificio para convencernos de que la distancia entre ellos y nosotros es justa.
¿Por qué nos cuesta aceptar lo evidente? Los a priori ideológicos son más potentes que el impulso moral. ¿Cómo se rompe la cadena? No con razones, ni siquiera la objetividad de los hechos la rompe. A veces la literatura...
Leed. Leed a Maxim Ósipov. Quizá veáis lo que se pierde cuando la mentira te ciega:
"Una tumba verde, un rojo respirar y una risa ágil".
Y lo que se gana cuando dejas de estar ciego:
"Donde tengas el colchón, ésta será tu casa".
No hay más. Así de simple.
3 comentarios:
Existencial más que teórico, impresionista más que reflexivo. Suponer que las disputas económicas, filosóficas, morales son un constructo (ideología ) de los ricos para mantener su statu Quo ya lo vieron los filósofos de la sospecha , Marx , Nietzsche. La "pura vida" que ilustra la foto sería la "verdad " nihilista frente a tales "construcciones".
Pero en esta visión hay dos malentendidos. Una paradoja y una subestimación.
Paradoja , la música parece liberadora pero es reaccionaria. De ser como se ve en el artículo los pobres no tendrían ni voz ni voto ni derecho a hablar de los grandes temas porque además de ser inexistentes son constructos de sus amos. Solo los ricos podrían hablar en propiedad de sus constructos, de la cultura , de la verdad , del bien, ahora no suena reaccionario? Pero no solo eso además los ricos serían los mayores alumnos de la verdad nihilista de la pura vida los únicos que la realizan a sabiendas, los demás ni saben ni viven. Luego no hay que cuestionar al poder porque está en lo cierto hay que llegar a él o callar o rumiar silvestre.
Subestimación, subestimación de la verdad y del poder de los poderosos. Si fuera así pareciera que a los ricos les basta con dominar sin convencer pero no ,como intuye el artículo necesitan de convencer , de ser adeptos, que mayor poder que convencer ? Y solo convence el auto-convencido. Entonces los ricos no están persuadidos del nihilismo de la verdad ni de que sea un instrumento para ejercer por fuerza la pura vida sobre la masa, en realidad ese es un pensamiento de la masa pero no de las élites . Las élites creen en una verdad , no de manera instrumental sino cierta y creen que su poder proviene de esa verdad y hasta tal punto que creen que si no la comunican y comparten con las masas para convencerles de ello como ellos creen no tendrán un verdadero poder.
La auténtica liberación no es la negación de la verdad y reconocersela solo a la pura vida que los ricos ya ejercen. La auténtica liberación es la convicción en una verdad alternativa a aquella en la que se persuaden a si mismos y a sus adeptos los ricos.
-- La auténtica liberación contra el poder de los ricos es la convicción en una verdad real cuyos detectores son los pobres y de la que los ricos no saben. Es decir la inversión del sentido del artículo.--
Cuyos detentores son los pobres y de la que los ricos y poderosos no saben ni sospechan
Podría estar de acuerdo. Quizá te falta pulir un poco las ideas o la forma de expresarlas para poderlas discutir
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