Un senador griego de Asia Menor, nombrado gobernador en tierras del Danubio, sentía lástima de sí mismo: "Los habitantes de esta región [...] viven la existencia más miserable del género humano -escribía-, puesto que no cultivan olivos y no beben vino" (en El mundo de la Antigüedad tardía, de Peter Brown)
Me encanta pasear a esta hora de la tarde por la ciudad. Es primavera, primavera mediterránea. Todo son incitaciones. El placer de mirar y ser mirado, los cuerpos más hermosos del año. La gente sonríe y camina animosa. Hay quien, en bici o caminando, en moto o en coche, no puede reprimirse y quiere compartir la música que escucha con todo el mundo. Hoy se le perdona, mañana no. Hasta los viejos parecen haber cerrado la tapa del ataúd que les estaba esperando y se sientan acompañados junto a un arriate de flores rojas y charlan con un hilillo de voz. Hoy todo el mundo abre el pecho para que le hieran el corazón. En este momento de la poesía anual parece que la guerra esté excluida y que nadie padece, pues la enfermedad, la muerte y el dolor están prohibidos. Los viejos turistas ingleses con cámara creen por un momento que la vida puede comenzar para ellos otra vez. Es un espejismo lo saben, lo sé, pero, ¿acaso la vida no es un espejismo?
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No hay cosa peor y más maravillosa que pasar una tarde en una librería. Imagínate que desapareciesen todas, que solo quedase el océano de Internet. ¿Cuál de todos estos libros de portadas brillantes y títulos seductores es el que no has de dejar de leer? ¿Cuál es el que contiene la sabiduría imprescindible, la que has de conocer antes de convertirte en polvo? Voy de estante en estante, de aparador en aparador en esta gran librería del centro de Barcelona, hojeo uno, robo un verso en otro, una frase, cada libro es una tentación. Estoy abducido, transportado, solo me interrumpe el sonido de un guasap, el que yo esperaba y que me llena de luz.
Desconozco el lugar al que me conducirá la tempestad en este océano de edades pretéritas, escribe Ole Worm, así que llega un momento en que dejas de mirar para no volverte loco, aunque sabes que en este remanso de paz está el entero mundo con sus violencias y engaños, y también con su gramo de verdad.
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