viernes, 22 de abril de 2022

Senegal

 



Si uno mira el detalle no puede más que ver el contraste: la vida decente y la miserable. Occidente y el resto. Las instituciones que permiten vivir una vida digna y su falta. Quienes han alcanzado un estatus y la gran mayoría. Los países desarrollados y los pobres. Los pudientes dentro del propio país y los que no pueden para quienes cada día es la ascensión de la piedra de Sísifo, conseguir la comida del día, siempre malnutridos. Así todos los días, bajo el sol intenso hasta lo insoportable la mitad del año, bajo la lluvia el resto. Añadamos los mosquitos transmisores de enfermedades, el escaso espacio en las pobres viviendas, la pobre educación, cuando la hay, la sanidad inexistente, el reducido diámetro en el que la vida puede desarrollarse, sin perspectivas que permitan soñar con otra vida posible.


Se puede observar el discurrir de la vida. Mujeres jóvenes elegantes, con colores vivos, altas, guapas, pero delgadas, a menudo muy delgadas. También hombres jóvenes aunque en general no tan delgados. Más, mayores que se van dejando. Y niños, muchos mal vestidos, sucios, aunque cuando se les ve en los colegios la cosa cambia. El hormigueo humano en constante movimiento a pie, en vehículos desvencijados que se caen a pedazos, en carros de un eje tirados por burros o mulos que llaman calesas. Y sin embargo.


Hay un mundo de distancia un mundo entero entre lo que dibujan las estadísticas y la vida del hombre concreto. Al hombre estadístico la vida le va cada vez mejor: vive más tiempo tiene mejor educación, su conocimiento del mundo es más amplio, tiene cada vez menor probabilidad de morir de forma violenta. Para el hombre concreto las cosas no pueden haber mejorado tanto y la vida puede seguir siendo un infierno.


Eso pasa con África, puede que la prospectiva diga que es el futuro como de hecho fue la cuna de la humanidad. Al hombre que encontramos en su choza decirle que se muestre orgulloso porque ahí nació la humanidad o que tenga fe porque el futuro será suyo no le aliviará ni reducirá la carga del día. Para él no hay más pasado que la noche perdida ni más futuro que el final del día con el estómago medio lleno o vacío. Y sin embargo.


Nuestro cerebro es un queso de gruyere con los agujeros rellenados con mitos.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Y sin embargo.......