El pesado trámite de pasar cuatro veces la frontera entre Senegal y Gambia. En los puestos aduaneros vendedoras con bandejas de plátanos y otras frutas en la cabeza.
Un hombre apoyado en una calesa desuncida escarba en la cabeza de una niña de denso cabello azabache. Un grupo de niños literalmente desarrapados se agrupa en torno a las puertas del bus. Pies descalzos y camisetas desgastadas, la piel blanqueada por el polvo. El conductor los aleja con aspavientos de manos como si espantase a moscardones molestos pero pronto vuelven pedigüeños. Nadie hace caso a sus manos tendidas; que nos les demos nada nos advierten.
Un poco más allá del centro de la plaza que hace de cruce de caminos, alrededor de una fuente, chicos llenan bidones. Una niña de no más de 12 años, junto a dos hermanos más pequeños, carga un bidón en una carretilla. Lo pone de un lado, luego del otro, prueba diferentes formas de llevarlo. Empuja durante un tiempo hasta que lo acomoda a su gusto. Luego alza la carretilla y cruza la carretera junto a sus hermanos. Un poco más allá un niño se sube a un tractor aparcado. El dueño que lo ve lo coge del brazo y lo sacude en la espalda con una vara.
Este parece el año de los niños maltratados o quizá ahora percibo lo que antes no percibía. Estos que veo en Gambia son niños de la calle. Abandonados por un padre que dejó a la madre por otra mujer con la que tiene más hijos. A veces entrega a esos primeros hijos al imán para que los eduque con algo de dinero que le entrega cada mes. Si el dinero se acaba o el padre se desentiende, el imán los pone en la calle para que consigan dinero con el que mantener la pequeña comunidad islámica. Si se presentan con las manos vacías es posible que los devuelva a la calle. Es así como por las calles de los países africanos vagan miles de niños que buscan algo con lo que sobrevivir. Niños perdidos que ni siquiera tendrán la oportunidad de cruzar en patera el estrecho pues no tendrán con que pagar la travesía. África está llena de niños por todos lados, también un multitud de jóvenes ociosos.
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