Mini aparece por la mañana temprano junto a las escaleras que bajan hacia la playa. A sus pies bolsos de playa en bandolera y otros pequeños de mano. Cubre su cuerpo estilizado una larga túnica desde el cuello a los pies con puntos negros sobre fondo amarillo dorado. Me la presenta Isabel una amiga de otros viajes. Pronto se quedó sola con cinco hijos. Vendiendo estos tejidos de wax tan llamativos entre los turistas europeos que llegan a este hotel, si es que se puede llamar así a pequeñas y modestas habitaciones separadas en pequeñas casitas cerca de la playa, ha sacado adelante a sus hijos. Asiente sonriente cuando Isabel dice que a los dos mayores los tiene ya en la universidad. El colorido tan africano atrae enseguida a las mujeres del grupo que acaban por comprar alguna cosa no se sabe si por gusto o por solidaridad con esta madre joven y elegante.
A la isla de las conchas entre Fadiouh y Joal se accede por un puente de madera ligeramente ondulado. La bahía está tersa como el agua en un vaso. Es una pequeña isla cubierta completamente por blancas conchas marinas que se han ido acumulando en un tiempo incontable. Pequeñas casas convertidas en centros de sencilla artesanía regatean el paso del turista que contempla sin mucho interés, cansado de ver los mismos objetos tantas veces, las calabazas vaciadas convertidas en máscaras, telas pintadas con pinturas planas en estilo naif, maderas rescatadas de la naturaleza y convertidas en esculturas con formas que el europeo entiende como arte africano. En un pequeño promontorio en una isla aparte, un cementerio congrega a los fallecidos de las tres religiones, cristianos animistas y musulmanes, donde las tumbas están cubiertss por espesores de conchas.
En esta isla la gente es mayoritariamente católica hasta el 90 % y según nos cuentan recientemente todo el mundo ha recibido las dos dosis de AstraZeneca. Son agricultores y artesanos y como es estación seca los hombres están ociosos en unas plazas chiquitas acondicionadss y reservadas en exclusiva para ellos mientras que las mujeres se las ve haciendo faenas.
Comemos en Fadiouh arroz con una salsa de cebolla y pescado con ligero picante. Nos liamos a la hora de pagar por la abultada diferencia entre el franco cefa y el euro. Le pedimos a Hassan que nos cuente lo que antes nos había insinuado, su periodo de iniciación en el animismo. Acababa de cumplir 15 años aunque lo normal suelen ser 12, junto con otros dos muchachos, abandonado en el bosque junto a un perro y un mechero. Durante 5 meses en la época de la estación seca debían apañárselas: buscar comida frutos de los árboles algo de caza algo de pesca y dormir junto a un árbol. Salió fortalecido nos cuenta y a partir de ese día se convirtió en hombre. Dice que cultiva las tres religiones, el cristianismo que aprendió en la escuela, la animismo que es la tradición en las aldeas rurales y el Islam que es la que todo el mundo practica, y que en las tres se siente cómodo.
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