"Que el Santo Niño traiga consuelo y esperanza a las familias más necesitadas, y que inspire ayuda concreta en todos nosotros", dijo el Santo Padre a la hora del rezo mariano del Ángelus, el 19 de diciembre, en la plaza de San Pedro, pidiendo a los fieles y peregrinos que recen por las poblaciones de Filipinas afectadas por el tifón". (Vatican News)
¿Será ese mismo consuelo y esperanza el que lleva la vice Yolanda a los pobres y desabastecidos de este mundo, empresa en la que se hermana con el Santo Padre? Alabado sea el Santo Niño.
¿Qué vieron sus compañeros cardenales para escogerlo como el primero entre iguales? ¿A quién rechazaban? ¿Había un oponente que por contraste opacase su mediocridad, la mediocridad de los miembros del Colegio Cardenalicio? Porque a la vista de lo que ha sucedido, hay que dar por sentado en la elección de este Papa el triunfo de la mediocridad, que es el signo de los tiempos. La clase media se ha hecho con el poder en Occidente y quiere que quien la represente en cualquier sitio sea tan mediocre como lo es la mayoría. No hay nada reseñable por tanto en que se califique a este Papa como progresista puesto que todo el mundo quiere que se le tenga por tal. Si todo el mundo es progresista, este Papa también lo es, y hace todo lo posible por parecerlo. Cuando las vicepresidentas del gobierno de España piden audiencia quieren fotografiarse con un papa progresista. Y sin duda lo son, el papa y las vicepresidentas, progresistas. El asunto es, qué otra palabra buscamos para definir los valores y las actitudes que en otro tiempo estaban asociadas a la palabra 'progresista' y que, con el triunfo de la mediocridad, la han abandonado. Necesitamos otra palabra que no sea fácilmente asimilable y, a ser posible, que sea rechazada -ese será el signo de que es la palabra adecuada, la que nos falta- por la clase media y sus representantes, que tan satisfechos están ornándose con la palabra 'progresistas'.
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