viernes, 11 de diciembre de 2020

The Virtues

 



Hay gente, no dispongo del porcentaje de la población, que cuando despierta por la mañana sabe que este va a ser un día malo. Sucede tras el anuncio de una desgracia laboral, amorosa o relacionada con la salud o con la muerte de un familiar. Para algunos hay buenas nuevas aunque no suelen ser duraderas. Y hay otra porción de gente que no ha conocido días buenos porque desde que tiene conciencia todos han sido malos, así que no tiene con qué comparar, a no ser que se vea reflejado en los otros. La mayoría, sin embargo, nada en la rutina, con días buenos y malos. Algunos aprecian la diferencia entre unos y otros y se llenan de contento cuando brilla el sol tras una temporada de lluvias o cuando alguien les da un beso o lo pueden dar. También hay quien pone su fe en un mundo esplendoroso que se ha de conquistar, así en la tierra como en el cielo. Algunas veces encontramos consuelo en la vida de los infelices, por contraste, o empatía o solidaridad. Según estudios recientes son dos índices en decadencia, cada vez somos más egoístas, así que preferimos ver Juego de tronos o series de detectives, de héroes o de ciencia ficción que no nos comprometen a nada, antes que dramones con lo que sufrir.


Quién va a ver The Virtues. Casi todos los personajes de esta serie británica arrastra una historia dramática, un trauma que les impide levantar cabeza, sin posibilidad de redención. Y lo intentan. Gente que al despertar no esperan que ese día mejore al anterior. Si tomamos al conjunto de la población la vida ha mejorado ostensiblemente, vivimos más años, estamos más protegidos que nuestros padres y abuelos, las comodidades son mayores, las enfermedades son menos amenazantes y si ponemos voluntad comprendemos mejor el mundo que nos rodea. Pero hay muchos infelices. Qué nos puede impulsar a ver una serie como esta donde el protagonista es el dolor. Personas abandonadas en la infancia y después violentadas, arrastrando el trauma allá por donde van, pareja, hijos, amigos. El conocimiento en primer lugar, también la verosimilitud, la crudeza en la presentación del drama, unos actores tan buenos que parece que cuando hablan y se expresan, con una oralidad tan natural, uno esté viendo y oyendo a personas reales que cuentan su propia vida en vez de una ficción. Hay una frase, llorar a moco tendido, pues eso, para quien le guste llorar. Filmin. 4 episodios.


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