domingo, 6 de diciembre de 2020

Los Durrell y Todas las criaturas grandes y pequeñas

 



Dos series convencionalmente inglesas. De buena factura las dos, en todos los aspectos, desde la producción a la interpretación, menos en la trama. Los Durrell, para un público más culto, para gente que conoce a Lawrence Durrell, aunque no lo haya leído, un escritor que se leyó muchos en las décadas centrales y finales del siglo XX, y a Gerald Durrell, naturalista y escritor, conocido por sus programas de naturaleza en la televisión. Esta basada en los tres libros autobiográficos, la trilogía de Corfú, que escribió este último para retratar a su familia y aficiones. Todas las criaturas grandes y pequeñas, para un público más generalista, con paisajes de la campiña inglesa, veterinarios que cuidan vacas y ovejas, gente simpática o simpáticamente refunfuñona, con problemas sencillos y sin grandes dilemas que resolver.


Los Durrell es un poco más atrevida, al modo de los años 3o del siglo pasado, con personaje gay incluido, el exotismo cómico que atribuye a los griegos y un lenguaje medidamente provocativo. Ambas prestas a confirmar la satisfacción, el orgullo del modo de ser británico cuando viaja por el ancho mundo que estuvo a sus pies. Los coloreados paisajes, las buenas gentes, los chistecitos en la conversación relajan y de vez en cuando hacen aflorar una sonrisa. Sin embargo, en el primer capítulo de la segunda temporada de los Durrell el tópico llega a lo insoportable. De Todas las criaturas se aguanta menos.


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