jueves, 5 de noviembre de 2020

Este invierno

 



¿Te imaginas una cadencia de tardes cada día un poco más oscuras, un poco más frías, más silenciosas tras las ventanas en las que el ruido de la industria y el tráfico se apagan, te imaginas en tu cuarto leyendo un libro tras otro o en el salón la pantalla parpadeando cansina, te imaginas el momento en que leer pierde el hilo, en que ya no hay serie que te retenga y todas las películas son viejas... te imaginas que no hay nadie que te conecte, que has dejado de creer que haya una vida que vaya a algún sitio si todos como tú enfrentan el mismo invierno, una colección de días sin tránsito, porque nadie se preguntará adónde voy esta tarde, nadie te dirá pásame la agenda, qué echan en el cine, hay alguna compañía que gire por aquí, la presentación de un libro, una conferencia, dónde quedamos, en qué cafetería resguardada, programamos una cena?


quizá haya mañanas soleadas y salgas a comprar y cargues con bolsas y prolongues el paseo más allá del súper, quizá dejes la compra para mañana y te dé hoy por correr o caminar junto al río, sin reconocer en el trayecto a otros que como tú han tenido la misma idea, no ves quién es ese, tu vecino, tras el bozal y la gorra, o reconociendo sus maneras no tengas ganas de preguntar o se te hayan quitado tras tantos días de silencio, el invierno sumado a noviembre, reducido a ti por la nueva costumbre del encierro y la soledad, no es como en marzo que te iba llegando la luz y se ensanchaba el día y ardía en ti la protesta y dirigías el dedo y la mirada a quienes habían dado la orden de encierro,


pues no hay pájaros ahora en los aleros, ninguno en la mañana se acerca a tu ventana, las hojas después de amarillear y enrojecer ya han caído, en el bosque los troncos de los árboles están yertos, solo su aspereza te transmiten cuando les acercas la mano, el seco crujido de la hojarasca a tu paso, hombre solitario, uno de tantos miles y millones de hombres solitarios en medio de mujeres más animosas que quizá tardan más en deprimirse pero a quienes luego la tristeza se les hace más profunda,


yo les diría, eso es lo que les diría, tardé en darme cuenta del contento alrededor cuando abrí los ojos por vez primera, no sé lo que me espera cuando los cierre, quizá nadie deje caer sobre mí una última gota de calor, a nadie le interesa un hombre viejo, no anticipes ese momento, no me encierres, no suprimas la vida de las tardes, solo me basta ver en derredor gente riendo, manos que se llevan, besos, el ruido y el estrépito con que el hombre gobierna el mundo, es una dura condena el invierno, es una condena a muerte si lo atas al silencio

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