sábado, 10 de octubre de 2020

Infección y epidemia

 



Aunque hay cuatro tipos de parásitos que causan la malaria, el plasmodium falciparum es el parásito qué produce el 80% de todas las infecciones de la malaria y el 90% de las muertes por enfermedad. Su dominio se extiende por el África subsahariana. Tiene un complicado ciclo de reproducción entre el mosquito (como vector) y el hombre, que dura unos 36 días: el mosquito queda infectado por gametocitos que en su interior se transforman en esperozoítos que transmite con su picadura al humano, y en este, a su vez, se convierten en merozoítos y de nuevo en gametocitos, listos para pasar de nuevo a otro mosquito; el hombre puede permanecer infeccioso durante unos 80 días. El plasmodium probablemente procede de un tránsito del gorila occidental al hombre al comienzo de la aparición de la humanidad en la Tierra, por tanto es una enfermedad zoonótica: un mosquito picó a un gorila infectado, se convirtió en portador, y luego picó a un humano y desde entonces los mosquitos anopheles transmiten la enfermedad de humano a humano, matando a más de medio millón de personas al año.


La química nos ayuda en la búsqueda de nuevos fármacos, la bioquímica en la búsqueda de vacunas, las matemáticas a entender la dinámica de las epidemias: cuál es el umbral de población susceptible de enfermar y convertir la enfermedad en epidemia, cómo se propagan, cuándo acaban.


Cuenta David Quammen en Contagio que en 1927 Kermack y McKendrick establecieron las ecuaciones de las epidemias sobre la base de infectividad, mortalidad y recuperación (con inmunidad). Este era uno de los enunciados: "Pequeños aumentos del índice de infectividad pueden tener como consecuencia grandes epidemias". Una advertencia que durante este verano las autoridades españolas no han tenido en consideración. Otro escocés, George McDonald, descubrió la importancia del ritmo reproductivo básico en las epidemias. Si el ritmo reproductivo básico es menor que 1, la enfermedad se disipa. Si es mayor que 1,0 el brote crece y si es mucho mayor que 1,0 entonces se convierte en epidémica. El ritmo reproductivo básico "define el límite entre un pequeño cúmulo de infecciones extrañas en algún poblado tropical que se agudiza y luego se desvanece, y una pandemia global".


Los humanos somos un tipo de primate relativamente joven y, por tanto, también lo son nuestras enfermedades. Hemos tomado prestados nuestros problemas de otras criaturas. Algunas de estas infecciones, como el virus Hendra y el del Ébola, nos visitan solo de forma ocasional y, cuando esto sucede, pronto llegan a un callejón sin salida. Otras hacen lo que han hecho las gripes o los VIH: arraigar, propagarse de persona a persona y lograr un éxito amplísimo y duradero dentro del universo del hábitat que somos nosotros. Plasmodium falciparum y Plasmodium vivax, desde sus orígenes en primates no humanos, han hecho eso mismo también”. (Contagio, David Quammen).


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