lunes, 14 de septiembre de 2020

Summerland (2020). Vidas de santos.

 


Cuando yo era pequeño estaban de moda las vidas de santos ilustradas en forma de viñetas coloreadas. Leí muchas, tenían su gracia. Recuerdo una de un santo que tenía fama de hacer muchos milagros, no sé si era San Vicente o San Antonio. En una ocasión paseaba el santo por la ciudad cuando de un edificio alto se precipitaba un hombre. Conturbado le dijo al que caía, párate un momento que voy a pedir permiso al obispo para ver si te puedo evitar el trompazo. Y allí lo dejo, suspendido en el aire. Después de varias décadas perdidas para la santidad, de pronto, inesperadamente, han vuelto los santos. No hace mucho que santificamos a Greta Thunberg; medio mundo la esperaba en los muelles, cómo se dice, ¿en loor de santidad? Es un fenómeno tan popular que en EEUU santifican a uno cada semana. Ya no hay revistas o libros con viñetas ilustradas, sin embargo la industria videográfica no para de hacer documentales y películas sobre los nuevos santos y los telediarios se nutren en buena parte de las nuevas apariciones marianas.


Summerland (2020) es una de esas películas. Con el telón de fondo de la guerra mundial, una mujer recoge a regañadientes a un niño que llega del Londres bombardeado por los nazis a una playa del sur de Inglaterra. La mujer es joven y guapa y se dedica a un oficio prestigioso, investiga la huella en el folklore de raros sucesos de la naturaleza a los que convierte en mitos, y tiene fama de bruja entre la población local por su vida solitaria y apartada; incluso de espía nazi la tachan algunos. Colores suaves pero nítidos y la luz atenuada del mar inglés. La mujer cascarrabias reconstruye en una vieja máquina de escribir, en la misma casa costera, aquellos días que no volverán. Hay por tanto flash backs hacia atrás y aún más hacia atrás, hacia la historia del verano de acogida y hacia los años de juventud de la investigadora. La mujer estuvo enamorada de otra mujer y además negra. En la vida melodramáticamente santificada se da cuenta de que el niño acogido era hijo de aquella mujer negra. Para que las emociones broten incontenibles (spoiler), mientras la mujer cuida al niño, el padre de este, un aviador, muere en combate. La mujer suspende el momento de decírselo, pero es gracias a esa suspensión como llega a conocer quién es su madre y hace posible la reconciliación con su antiguo amor. Los maravillosos efectos de la vida de los santos. Los corazones sensibles que vean esta película sonreirán con dulzura y también llorarán.


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