martes, 28 de julio de 2020

Desolación


9 de la mañana. De paseo con la bici por el área del aeropuerto de Barcelona. No se ve actividad salvo un avión en dirección al Mediterráneo. Antes cada 5 o 10 minutos salía o entraba uno, un aeropuerto con capacidad para 90 operaciones por hora. Los grandes aparcamientos de coches tanto en el interior del aeropuerto como en los alrededores son enormes pistas de cemento vacías. Un puñado de taxis está en el gran aparcamiento de taxis, no veo a ninguno circulando. No se ven furgonetas de transporte ni buses. Es desolador. Lo mismo sucede con las tiendas cerradas, algunas con carteles de se compra o se alquila en todo el área metropolitana y en la ciudad de Barcelona. Hoy se han conocido los datos de la EPA, un millón y pico de desempleados y solo es el comienzo de lo que se espera con temor en octubre cuando se acaben los ERTES. También son malísimas noticias que afectan al sector del turismo:176.000 millones de euros anuales, el 14,6% del PIB, con 2,8 millones de empleos, según informe de la asociación empresarial World Travel & Tourism Council (WTTC) del 2019. Adónde vamos.


Sobre qué bases se sustentará el país. La Unión Europea nos puede ayudar un poco, 140.000 millones de euros, entre transferencias y préstamos, entre un 10 y un 12 % del PIB. Mi tesis es que el actual gobierno se sustenta en una gran coalición de funcionarios, trabajadores de empresas públicas y jubilados que no están dispuestos a perder derechos ni los recursos que el Estado les proporciona para ayudar a los perjudicados. Como ya sucedió en la anterior crisis. Quién si no alimenta los datos del CIS de Tezanos, porque debajo de los trucos estadísticos tiene que haber una base real. Pero esa coalición no puede durar siempre, no esta vez. La administración está dopada de arriba abajo, es excesiva e ineficiente, un lastre para la restructuración económica que el país necesita: empleados de las administraciones estatal, autonómicas y municipales, empleados del sistema de enseñanza y del sanitario, empresas subvencionadas, improductivas. Cómo ayudar a toda la gente que está en paro o que lo va a estar si no se reduce el número de funcionarios y empleados públicos, si no se les ajusta el salario a la productividad, si no se ajustan las pensiones a la realidad del país. No puede mantenerse durante mucho más tiempo un sistema que privilegia a una parte de la población contra el resto del país que las pasa canutas. No quiero imaginar un país de pobres mantenidos por el Estado, al modo sudamericano.


Ahora cuando las cosas se ponen tan mal hay que recordar todos aquellos artículos, manifiestos y cartas que se escribieron durante el confinamiento hablando de una salida poscapitalista, ecológica, sostenible sin concretar demasiado en qué consistía. Ahora es el momento de concretar. Dónde están los planes, las propuestas de esos utópicos cercanos al gobierno de coalición. Nos vendrían bien unas cuantas ideas sobre cómo reemplear a toda la gente que se va a quedar en paro. Qué sistema productivo, qué empresas, que proyectos pueden volver a dar trabajo o reiniciar, como decían, al país. Pero no veo ni una sola idea, tan solo la celebración del supuesto maná que se habrá de recibir de la Unión Europea.




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