skip to main |
skip to sidebar
Río Matanza

Seguir
el curso de un río. Los ríos fueron el origen de la civilización.
Llevaron vida a las ciudades nacientes. El hombre se sedentarizó en
sus riberas y desembocaduras. De ellos obtenía alimento, por ellos
desplazaba sus mercancías, los convirtió en fuente de energía.
Abandonar la ciudad por breves horas, seguir a pie el curso inverso
de un río es remontarse en la historia, un rito de la devolución.
La devolución de la naturaleza, una añoranza, una ilusión. He
seguido el curso de muchos ríos, casi siempre siguiendo la
corriente, buscando el pálpito de la civilización, desde el
ordenado Rin, lleno de poesía, hasta el Bagmati donde se despide a
los muertos. Buscar
las fuentes de un río es una pequeña aventura porque se hace a
cuerpo gentil sin guías. Cuatro ascensos recomendables,
el Nervión, el Matarraña, el Mundo y el Borosa, cada uno con
espectaculares cascadas o pequeños embalses en su origen. Hoy he
descubierto uno cercano
pero no menos bello, el Matanza. Desde
Palazuelos de la Sierra se puede ir ascendiendo, cruzando el río una
y otra vez, entre chopos, alisos y fresnos hasta llegar al robledal y
más tarde a un pequeño hayedo y a la campa verde donde brota el río.
No hay comentarios:
Publicar un comentario