domingo, 23 de febrero de 2020

Cuarta pared




La actriz es espléndida, tan metida en el papel, tan ella misma la mujer que representa, que cuando hay un incidente en el escenario, un atril que se cae, con un calendario que va pasando hojas, marcando los tiempos de la acción, parece perdida, pide ayuda al público para que la resitúe, la devuelva al curso perdido de la acción, aunque lo hace con tal naturalidad, que nadie pierde el hilo. La historia está bien contada, una chica de Vallecas, entre putilla e ingenua, que cree en una noche haber encontrado el amor, un hombre que la sacará de la soledad, pero no es así, después de la noche aparece la vida miserable, vuelve a ella, el hijo de la noche que podría haber tenido, que quiere tener, el hombre casado al que podía reclamar pero no lo hace, a la falta de profesionalidad de los sanitarios que debían atenderla en el parto, la sanidad a quién tampoco reclama. Hasta ahí la trama de esta mujer que se ofrece cual Ifigenia por el bien común, pues, al no no reclamar, salva la salud y las vidas de otros con el dinero que el Estado con ella se ahorrará. Todo por los recortes. María Hervás, la buena actriz, rompe la cuarta pared y mira al público y le pregunta, dejando que cunda el silencio, ¿Y tú, y vosotros qué haríais? ¡Eh, público, los recortes! Evidentemente, no funciona. Es torpe, es indigno.

La cuarta pared es la distancia de respeto, la que pone en juego el valor. Aplaudo con ganas a María Hervás, su interpretación es extraordinaria, su presencia en el escenario, la voz, sobre todo lo voz, el verso bien dicho, las modulaciones. Pero no sé me ocurriría gritar, No me gusta que me interpeles de ese modo, que me digas qué debo pensar. La cuarta pared también dibuja una frontera de respeto al público, al que piensa libre, autónomo, capaz de valorar por sí. Hay un teatro de ideas, de debate, de confrontación, pero este no es, solo pone en juego emociones, usa al público como sujeto voluble de emociones, busca activarlo sentimentalmente en una dirección. La obra fue concebida como teatro político contra la política de recortes, pero los años no pasan en balde, muestra para quien quiera verlo su malevolencia, su espíritu aleccionador, ahora que los suyos, los compañeros políticos de estos activistas están en el gobierno, ¿a quién se dirige?

Algo parecido sucede con el concierto barroco que ofrece Forma Antiqua. Les scaramouches. Quizá piensen que al público no le bastará con escuchar el programa de música francesa que ofrecen, del XVII y XVIII. Añaden a una actriz que cuenta cosas sin trabazón, interrumpiendo las piezas. Al principio tiene gracia, pero no alcanza sentido dentro del concierto, no añade nada.

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