jueves, 20 de febrero de 2020

La destrucción de la ciudad, de Juanma Agulles



"Esta urbanización de la condición humana, que sigue su destructivo curso con el fin propagandístico de conseguir la abundancia generalizada, ni siquiera asegura los mínimos necesarios para la reproducción de la existencia a una gran parte de sus habitantes. acaba favoreciendo la destrucción de las condiciones que hacen posible la vida en la Tierra".

Simultaneo la lectura de dos libros escritos con el “murmullo de revuelta” de fondo. Es propio de los jóvenes el inconformismo y el afán de cambiar las cosas. Qué hay de más prestigioso que la revolución. Normalmente es una ensoñación romántica que se cura con la edad y es divertido teorizar sobre ella, aunque cuando se pone se marcha suele ir acompañada por el reguero de muerte y la destrucción. Los autores de ambos libros viven en ciudades mediterráneas donde el prestigio perdura, el del anarquismo, el de las revueltas cantonalistas y las revoluciones presuntas, a menudo fundado en una historia mal digerida o totalmente desconocida. Barcelona durante este tiempo ha sido coronada con un aura, desde el Barcelona posa't guapa maragalliano del 92 al altermundismo de okupas, movimientos sociales y vecinales y revueltas antisistema, acabando con esa cosa disruptiva de la multitud en la calle por la causa nacional. Con ese murmullo de fondo han sido escritos estos dos libros y muchos, muchísimos más. El primero, de Marina Garcés, Ciudad princesa, hace recuento, bastante ingenuo, de su aprendizaje e implicación en las causas antisistema. La impresión es la una burguesita que extiende la mano fuera de la casa del padre a ver si llueve. Asegura haber proporcionado unas cuantas frases para las pancartas del movimiento. Volveré sobre él.

El segundo, de Juanma Agulles, La destrucción de la ciudad, (aquí un resumen) tiene empaque teórico. El capitalismo en su fase tecnológica ha destruido la ciudad, esa es la tesis. ¿Qué ciudad? La que Oriol Bohigas soñó una vez. No lo menciona, pero está su huella. Agulles enuncia los males de la globalización del capitalismo financiero: megaurbes, desindustrialización, consumismo, precarización. Las ciudades ya no son lo que eran. En su breve historia, idealiza las ciudades posmedievales y renacentistas, regidas por un ‘socialismo normativo’, sintagma de Pirenne, que autoabastecía, controlaba precios y acomodaba la producción a las necesidades. Los gremios, la separación de ciudad y campo, la distinción entre vida urbana y naturaleza es el mundo añorado, destruido por el mercado y el Estado que pusieron en marcha las monarquías absolutas. La industrialización del XIX acabó de fastidiarlo todo. Entonces llegó la anticiudad, la antípolis con todas sus nocividades, como le gusta decir al autor. ¿Es posible una ciudad sostenible, llegados a este punto? Los barrios, la barrialidad, hay una jerga que acompaña siempre a estos escritores y movimientos que acaba de arruinar sus buenas intenciones, es una especie de palabra mágica que salvaría el actual desastre, a un minuto del apocalipsis.

En el estudio de Agulles hay un llamativo agujero negro, una realidad no nombrada, que ejerce una poderosísima atracción sobre sus razonamientos hasta el punto de anularlos, la demografía. Ni lo menciona. ¿Cómo pueden crearse las monstruosas ciudades sin gente? ?Cómo pueden explicarse los slums, los barrios de chabolas, la extensión inacabable e inabarcable de la ciudad hasta hacerse una con lo rural y destruir lo natural sin mencionar a la gente que deja de ser rural porque quiere vivir en ciudad? Lo mismo que les pasa a los publicistas de la ‘España vaciada’. No nombran a la gente, sus intenciones, sus intereses, su libertad. Quizá porque temen decir que toda población sobrante, libre y en movimiento, la multiplicación demográfica también es fruto de la industrialización. Tendrían que explicarse, ¿es bueno tener hijos y que no mueran o los hijos y la esperanza de vida son efectos indeseables de la industrialización y el capitalismo? Cuando dicen que hay que reducir el tamaño de la ciudad cómo lo harían, ¿cómo desmantelamos Tecnópolis?, ¿Cómo vaciamos las megalópolis? ¿estilo Pol Pot? ¿Dónde ponemos a los refugiados y a los inmigrantes? Y esta frase: El progreso cae sobre nosotros en forma de bombas lanzadas desde un avión.


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