"Esta urbanización de la condición humana, que sigue su destructivo curso con el fin propagandístico de conseguir la abundancia generalizada, ni siquiera asegura los mínimos necesarios para la reproducción de la existencia a una gran parte de sus habitantes. acaba favoreciendo la destrucción de las condiciones que hacen posible la vida en la Tierra".
Simultaneo
la lectura de dos libros escritos
con
el “murmullo de revuelta” de fondo. Es propio de los jóvenes el
inconformismo y el afán de cambiar las cosas. Qué hay de más
prestigioso que la revolución. Normalmente es una ensoñación
romántica que se cura con la edad y
es
divertido
teorizar
sobre ella, aunque
cuando
se
pone
se
marcha suele
ir acompañada por
el
reguero de muerte y la
destrucción.
Los autores de ambos libros viven en ciudades mediterráneas donde el
prestigio perdura, el del
anarquismo, el
de las
revueltas
cantonalistas y las
revoluciones
presuntas, a
menudo fundado en
una historia mal digerida
o totalmente desconocida. Barcelona durante este tiempo ha sido
coronada
con un aura, desde
el Barcelona
posa't guapa
maragalliano del 92 al
altermundismo
de okupas,
movimientos sociales y vecinales
y
revueltas antisistema, acabando
con
esa cosa disruptiva de
la multitud en la calle por la
causa nacional.
Con ese murmullo de fondo han sido escritos estos
dos
libros
y
muchos, muchísimos más.
El primero, de Marina Garcés, Ciudad
princesa,
hace recuento, bastante ingenuo, de su aprendizaje e implicación en
las
causas antisistema.
La impresión es la una burguesita que extiende la mano fuera
de la
casa del
padre
a ver si llueve. Asegura haber proporcionado unas cuantas frases para
las pancartas del movimiento. Volveré
sobre él.
El
segundo, de Juanma Agulles, La
destrucción de la ciudad,
(aquí
un resumen) tiene
empaque teórico. El
capitalismo en su fase tecnológica ha destruido la ciudad, esa es la
tesis. ¿Qué
ciudad? La que Oriol Bohigas soñó una vez. No
lo menciona, pero está su huella.
Agulles
enuncia
los males de la globalización del
capitalismo financiero:
megaurbes, desindustrialización, consumismo, precarización. Las
ciudades ya no son lo que eran. En
su breve historia,
idealiza
las
ciudades posmedievales y renacentistas, regidas
por un
‘socialismo normativo’, sintagma
de
Pirenne, que
autoabastecía, controlaba precios y acomodaba la producción a las
necesidades. Los gremios, la separación de ciudad y campo, la
distinción entre vida urbana y naturaleza es
el mundo añorado, destruido por el mercado y el Estado que
pusieron en marcha
las monarquías absolutas.
La industrialización del XIX acabó de fastidiarlo todo. Entonces
llegó la anticiudad, la
antípolis
con todas sus nocividades, como le gusta decir al autor. ¿Es posible
una ciudad sostenible, llegados a este punto? Los barrios, la
barrialidad, hay una jerga que acompaña siempre a estos escritores y
movimientos que acaba de arruinar sus buenas intenciones, es una
especie de palabra mágica que salvaría el actual desastre, a un
minuto del apocalipsis.
En
el estudio de Agulles hay un
llamativo
agujero
negro, una
realidad no
nombrada,
que ejerce una poderosísima atracción sobre sus razonamientos hasta
el punto
de
anularlos, la
demografía.
Ni lo menciona. ¿Cómo pueden crearse las
monstruosas ciudades sin gente? ?Cómo pueden explicarse los slums,
los barrios de chabolas, la extensión inacabable e
inabarcable de
la ciudad hasta hacerse una con lo rural y
destruir lo natural
sin mencionar
a la gente que deja de ser rural porque quiere vivir en ciudad? Lo
mismo que les pasa a los
publicistas
de la ‘España vaciada’. No
nombran a
la gente, sus intenciones, sus intereses, su libertad.
Quizá porque temen decir que toda población sobrante, libre
y en movimiento, la
multiplicación demográfica también es fruto de la
industrialización. Tendrían
que explicarse, ¿es bueno tener hijos y que no mueran o los hijos y
la esperanza de vida son efectos indeseables de la industrialización
y el capitalismo? Cuando
dicen que hay que reducir el tamaño de la ciudad
cómo
lo harían, ¿cómo
desmantelamos Tecnópolis?, ¿Cómo
vaciamos las megalópolis? ¿estilo
Pol Pot? ¿Dónde ponemos
a
los refugiados y a los inmigrantes?
Y
esta frase:
El progreso cae sobre nosotros en forma de bombas lanzadas desde un
avión.
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