Los de Oñate |
"El independentismo ha sido como un bulldozer que lo ha arrasado todo. Nos han vencido y lo saben. La lengua, el adoctrinamiento en las escuelas… Lo han conseguido”
¿Es
tan terrible tener tratos con asesinos, sentarse en la misma mesa,
hablar de los asuntos cotidianos con ellos sin que hayan lavado sus
crímenes, sin que hayan pensado siquiera en no volver a hacerlo? Nolo han dicho, al menos en voz alta, no han dicho que estaba mal, que
no volverán a hacerlo. ¿Es inevitable que yo piense en ello, en esa
gente de Oñate, en los que vuelven de la oscuridad a la oscuridad?
Para mí lo es. Genera en mí sentimientos que no querría tener. Me
envilece. Tener trato con lo inhumano nos torna en parte inhumanos.
Necesitaría un lavado total para que el asunto no me inquietara.
Volver a ver el mundo como si nada preexistiese. Nadie está a salvo
cuando miramos el mal o este nos toca. Es terrible cuando un niño
pierde la inocencia y ha de cargar con la historia de la humanidad,
sobre todo si es la de un pueblo de asesinos. Aunque en toda época
hay un grupo de hombres que mira el mal de frente, aguanta, no se
envilece del todo y nos salva, dicta leyes y normas en consecuencia
que se van refinando, que hace la vida llevadera, tras las que vamos
ocultando nuestra vergüenza. Vergüenza por participar de la misma
humanidad de los inhumanos, de no ser capaz de aposentarme en el
mundo sin escribirlo, de no vivirlo sin más, como lo hace este
limonero que tengo delante que no se sabe limonero, del romero o del
seto que me da sombra que tampoco saben de sí mismos o como lo hacen
estos animales de mirada estática, que ahora ocupan la mayor
superficie de suelo para quitarle frescor a las baldosas, cuando no
buscan agua para saciar su sed y un cuenco con comida cuando tienen
hambre. Me irrita seguir las noticias, los comentarios del que yo
diría diario humorístico de la mañana. Editoriales, opiniones,
artículos que se han convertido en piezas de humor, de choteo, por
tan inverosímiles, tan malévolas, tan inmorales. La noticia del día
desapercibida en portada, minimizada en las páginas de interior,
como ya hacían en los ochenta y noventa en los años de plomo,
cuando todo lo más daban cuenta en un suelto de los asesinatos del
día. Este
editorial vergonzoso, esta
manera bizca de presentar
la información, pacto
transversal dice uno de sus comentaristas. Habrá que ir a
visitar esos pueblos de la zona comanche, para ver los ojos del odio,
verlos como un turista visita un país exótico, un reducto de una
humanidad anclada en el desvarío.
No
puedo dejar de mirar ese vídeo, leer los periódicos, sin enfadarme con ellos, sin
echarles en cara su ceguera, interesada les digo. No puedo dejar de
ser lo que soy, hombre de este tiempo y país, ciudadano, no puedo
pero querría ausentarme de mi humanidad, vivir el tiempo sin tiempo
como el limonero como como la foxterrier que me mira indiferente.
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