sábado, 3 de agosto de 2019

Zona comanche

Los de Oñate


"El independentismo ha sido como un bulldozer que lo ha arrasado todo. Nos han vencido y lo saben. La lengua, el adoctrinamiento en las escuelas… Lo han conseguido”

¿Es tan terrible tener tratos con asesinos, sentarse en la misma mesa, hablar de los asuntos cotidianos con ellos sin que hayan lavado sus crímenes, sin que hayan pensado siquiera en no volver a hacerlo? Nolo han dicho, al menos en voz alta, no han dicho que estaba mal, que no volverán a hacerlo. ¿Es inevitable que yo piense en ello, en esa gente de Oñate, en los que vuelven de la oscuridad a la oscuridad? Para mí lo es. Genera en mí sentimientos que no querría tener. Me envilece. Tener trato con lo inhumano nos torna en parte inhumanos. Necesitaría un lavado total para que el asunto no me inquietara. Volver a ver el mundo como si nada preexistiese. Nadie está a salvo cuando miramos el mal o este nos toca. Es terrible cuando un niño pierde la inocencia y ha de cargar con la historia de la humanidad, sobre todo si es la de un pueblo de asesinos. Aunque en toda época hay un grupo de hombres que mira el mal de frente, aguanta, no se envilece del todo y nos salva, dicta leyes y normas en consecuencia que se van refinando, que hace la vida llevadera, tras las que vamos ocultando nuestra vergüenza. Vergüenza por participar de la misma humanidad de los inhumanos, de no ser capaz de aposentarme en el mundo sin escribirlo, de no vivirlo sin más, como lo hace este limonero que tengo delante que no se sabe limonero, del romero o del seto que me da sombra que tampoco saben de sí mismos o como lo hacen estos animales de mirada estática, que ahora ocupan la mayor superficie de suelo para quitarle frescor a las baldosas, cuando no buscan agua para saciar su sed y un cuenco con comida cuando tienen hambre. Me irrita seguir las noticias, los comentarios del que yo diría diario humorístico de la mañana. Editoriales, opiniones, artículos que se han convertido en piezas de humor, de choteo, por tan inverosímiles, tan malévolas, tan inmorales. La noticia del día desapercibida en portada, minimizada en las páginas de interior, como ya hacían en los ochenta y noventa en los años de plomo, cuando todo lo más daban cuenta en un suelto de los asesinatos del día. Este editorial vergonzoso, esta manera bizca de presentar la información, pacto transversal dice uno de sus comentaristas. Habrá que ir a visitar esos pueblos de la zona comanche, para ver los ojos del odio, verlos como un turista visita un país exótico, un reducto de una humanidad anclada en el desvarío.

No puedo dejar de mirar ese vídeo, leer los periódicos, sin enfadarme con ellos, sin echarles en cara su ceguera, interesada les digo. No puedo dejar de ser lo que soy, hombre de este tiempo y país, ciudadano, no puedo pero querría ausentarme de mi humanidad, vivir el tiempo sin tiempo como el limonero como como la foxterrier que me mira indiferente.


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