viernes, 9 de agosto de 2019

La shoah y nosotros



Animado por el estudio que Knausgard hace de Hitler y el nazismo en las páginas centrales de la última entrega de su autobiografía novelada, 400 páginas del ensayo que titula El nombre y el número, busco en las distintas plataformas televisivas dónde poder ver la Shoah de Claude Lanzmann. Shoah fue concebida como una película divida en 9 capítulos, por tanto tiene la forma apropiada para ser emitida como una serie. Nada mejor que Shoah para comprender, si ello es posible, qué fue aquella barbarie. No fue hace tanto, aún no se cumplen 75 años de cuando los soviéticos liberaron a los pocos supervivientes de los campos de exterminio y sin embargo parece que sea un suceso intemporal, un absceso en la historia en el que no nos podemos reconocer, ajeno a nuestra realidad. Hitler y el nazismo, y hasta la Segunda Guerra Mundial, están encerrados en una cápsula del tiempo, protegidos de su radiación como nos protege el sarcófago que encierra el reactor de Chernóbil. Si acudimos ahí de vez en cuando, con novelas baratas y documentales en los que se enfrentan el bien victorioso y el mal sin adjetivos, lo hacemos con guantes, traje y máscara. Nosotros no estábamos allí, aquello nada tiene que ver con nosotros. Los culpables tenían nombre, condenados, castigados. Aquel tiempo fue clausurado. Así que cuando aparecen acontecimientos nuevos, si tienen alguna semejanza con aquello no la reconocemos y nos advierten bajo pena privativa del juicio de cualquier comparación. 

Auschwitz fue una enormidad, pero antes de eso hubo otras cosas, masas imantadas, desfiles con antorchas en la noche, un pueblo entero perdió el juicio, otro antes de perder la vida fue estigmatizado, sus casas señaladas, sus individuos marcados con una estrella ominosa. Es fácil decir, Lucifer se encarnó en un hombre y dictó que el mal se extendiese en la tierra y muchos fuesen sacrificados. Pero no estaba solo, si puso en marcha una maquinaria alguien tenía que hacerla rodar. Había consignas, designios que cumplir. Si toda era obra del diablo, los hombres que participaron no eran culpables, podemos escabullirnos y pensar, conmigo no va la cosa, yo no lo hice. “No importa lo malvada y depravada que sea una persona, siempre es una persona que puede elegir. Esa elección es la que nos hace humanos. Sólo eso da sentido al concepto de culpa”, escribe Knausgard. Pero si pensamos que todos aquellos eran hombres como nosotros, que participaban de nuestra cultura y de nuestro modo de ver las cosas, entonces no veremos esa parte de la historia del mismo modo. Algo de aquello se ha repetido, algo de aquello está en el aire. 

Pero no, ninguna plataforma tiene Shoah en su catálogo. Así que he tenido que ir a las páginas de torrent para pillar las copias. Viendo este documental o leyendo los testimonios de los supervivientes podemos comprender algo de lo que sucedió. Así cuenta Knausgard su experiencia.







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