sábado, 27 de julio de 2019

Del yo al nosotros (A propósito de Big Little Lies)



Parecería que feminismo en una entidad indiferenciada, una abstracción por encima de los entes a los que cabe suponer que se refiere. Incluso mujer aparece poco en sus manifiestos, como si este mismo concepto estuviese por debajo o descentrado o por detrás de lo que quiere imponer como objeto lógico en la discusión. Lo mismo podría decirse de cualquier otra abstracción, Cataluña, Lengua, Animalismo, Tierra, Calentamiento, que haya adquirido una masa crítica en la discusión pública hasta alzarse con una autonomía que la libra de cualquier concreción o sujeción a los datos de la realidad. Y si en cualquier tiempo histórico ha sido extenuante, y hasta mortal, el esfuerzo por desgajarse del nosotros y afirmar la individualidad del yo en este ahora parece que sea imposible aunque todavía no hayamos dejado atrás la época romántica y su falaz exaltación del individuo. Como si este hubiese desaparecido, sumergido en las diversas identidades que lo suplantan. En el pasado no éramos conscientes de la pertenencia a un grupo o no necesitábamos afirmarla y en una época más reciente construíamos nuestra personalidad frente al grupo, negándolo, escapando de su esfera de influencia. Ahora vivimos como atenazados, encadenados a diversos trajes invisibles de identidad, uniformados sería más correcto decir, que no podemos desgarrar so pena de ser condenados, excluidos, señalados. Aquellos a quienes premiamos con una nombradía diferenciada, que convertimos en famosos, no alcanzan el premio por ser singulares, islotes excéntricos, extraños que no podemos integrar, sino por lo contrario por ser representativos de su grupo de pertenencia, por acrecentar los valores o algún valor a los que el grupo se adscribe, incluso a veces se alcanza la fama de forma paródica, por representar en negativo el valor que se ha de ensalzar.

Representar el espíritu de una época, y de una tan cambiante como la nuestra, está al alcance de muy pocos. ¿Cuántos escritores son ahora mismo significativos? ¿Uno, dos, tres? En las artes visuales aún es más difícil porque no se han independizado de la escritura. Memorables son la Ilíada, el Quijote, Macbeth, los distintos Ulises, pero qué película lo es a su nivel. Menos las series, que cumplen una función entre el mero entretenimiento y la sujeción, es decir, la renovación de las cadenas de la cueva platónica: ya no se nos exige arrodillarnos ante el sagrario, ni desfilar con la mano en el corazón o con el pañuelo rojo en el cuello de la camisa, ahora la cadena es más sutil pero más férrea, es una sumisión que hemos ido convirtiendo en voluntaria e inconsciente. El nosotros nos habita de tal modo que cuando lo afirmamos creemos que estamos haciendo una manifestación de individualidad.


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