"A ver si vamos a ponerte
una inyección a ti también”
Si
vemos Lectura fácil como un artefacto literario, merece los
premios que le den, el primero el premio Herralde de Novela, aunque
no se salvaría de la contradicción de aceptar las recompensas del
Poder de la Literatura y de la Industria del libro cuando el tema
central del libro es quitarle el poder al Poder. Subversión es lo
que nueve a la novela. Subversión en las formas; me recuerda la
primera novela de Mendoza en sus registros diversos: prosa de
tribunal, de asamblea libertaria, de novela por whatsapp, de diario.
Subversión política: un manual de cómo se okupa una casa, otro
manual de cómo se practica el sexo lésbico; otro de cómo se
desmonta el lenguaje del poder. Es una novela brillante, se nota que
la autora está en efervescencia mientra escribe, lo que le permite
jugar con las formas literarias, crear jugosas metáforas, entre
ellas la de ‘lectura fácil’, jugar con los géneros, como por
ejemplo convertir en fanzine un ensayo intercalado que permite
explicar el extenso texto en que se incardina, también eso entraría
en contradicción con su pelea contra las retóricas del poder, de la
que no es la menor el lenguaje literario, o hablar a través de
personajes de ficción cuando se quiere mover un discurso radical.
Pero Lectura fácil no es solo un artefacto literario,
pretende, como toda buena obra, ser un espejo del mundo, al menos de
un mundo. Un mundo opresor que impide por todos sus medios,
opresivos, disuasivos, prescriptivos y seductores la emancipación.
Una manera de ver que no se quiere ideologizada, porque las
ideologías disponibles, sean de izquierda o derecha, son variantes
de una misma cosmovisión: machista, fascista y neoliberal, sino
politizada: no se presenta como visión alternativa a lo que hay sino
como voluntad política de emancipación y tampoco parte de un grupo
o una minoría que se reivindica sino de emancipación personal,
radical, fuera de toda minoría.
“RUDI significa Residencia Urbana
para discapacitados intelectuales.
No se dice ‘me encerraron en la RUDI’
me ‘ingresaron en la RUDI’.
Se dice ‘me institucionalizaron’
y diciendo eso ya no hace falta decir RUDI".
Pero
proponer un radicalismo seráfico desde personajes de ficción no
compromete. El lector no puede dejar de ver las historias de Nati,
Patri, Marga y Ángels como peripecias de ficción. Son personajes,
con atributos particulares, les ocurren cosas. El lector no puede
dejar de comparar los sucesos ficcionados con su propia experiencia,
la suya y la que discurre en el libro de la vida que pasa por
delante. Y las cosas no son exactamente así. También la de los
personajes del libro, la de la autora, es una visión, una ideología,
mal que le pese. Por tanto la furia emancipatoria es muy limitada, no
durará más allá del gesto de cerrar el libro por última vez y
pasar a otra cosa, como sucede con las películas o los libros que se
critican en el relato de este libro.
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