José
Andrés Rojo, en El País, habla de un ensayo de Clement Rosset
en el que se ocupa de la música. La música sería lo más ajeno que
existe “a la realidad evocada por las palabras”. La música no da
cuenta de nada, no representa nada, no se refiere a nada, no comenta
ni describe nada, no traduce; la música simplemente es. Escribe
Rosset: “Irrupción de lo real en estado bruto, sin posibilidad de
acercamiento por medio de la representación: tal es el efecto
musical y la razón de su potencia particular”.
No
es del todo cierto lo que afirma Rosset, ahí está la música
programática, radio clásica o los programas de mano. En el extremo,
los himnos nacionales. Pero de todas las artes, la música es la que
más se acerca al ideal. Y a la pulsión de una vida sin mediación:
el arte es la vida.
Cuando
asciendo una ladera montañosa especialmente inclinada o una pared
rocosa que requiere apoyos, la mente queda fijada a los agarres o al
suelo pedregoso y resbaladizo. Por un momento, toda la basura
acumulada desaparece o queda en algún reservorio, en ese momento
inútil. Ójala fuese así la vida, inmediata, libre de cualquier
marca de derechos de autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario