Hay
una creciente obsesión de los historiadores por encontrar documentos
perdidos u ocultos que descubran una clave desconocida de un
personaje o un suceso que hará cambiar la interpretación de la
historia. Muchos se adentran como ratones en desvanes y sótanos y
después de mucho roer en viejos papeles acaban encontrándola, como
no puede ser de otro modo. Es lo que le sucede a Thomas Weber en De
Adolf a Hitler. La construcción de un nazi. Bucea en cientos de
documentos y construye su libro con las voces de los contemporáneos
del personaje, en el Munich que va de 1919 a 1923. El supuesto que
subyace es que Hitler como individuo es la clave para entender lo que
ocurrió después y que esos años transformaron a ese individuo en
el “demagogo nacionalsocialista profundamente antisemita” que
fue. Dos objeciones saltan de inmediato: ¿Todo lo que sucedió en la
Rusia comunista se debió a Lenin, todo el franquismo a Franco, toda
la catástrofe europea a Hitler?, ¿sin ellos la historia hubiese
sido diferente? Y la segunda, ¿el Hitler dictador genocida dependió
más de su formación ideológica que de una personalidad patológica?
Quizá tenga interés conocer cómo Adolf, un soldado cualquiera
derrotado en la 1ª GM, sin bienes, familia o amigos y sin ideas
políticas precisas llega a Munich en el momento en que la ciudad
está viviendo la revolución comunista de Kurt Eisner y se convierte
en Hitler, pero a mí como lector no me ha interesado demasiado ni me
ha convencido. Hitler puso las ideas y la obsesión, pero un hombre
sólo no puede movilizar a tantos millones de personas para hacer lo
que hicieron, ¿o sí? El libro no es una biografía de Hitler,
tampoco analiza su personalidad, ni explica cómo pudo suceder,
aunque hay apuntes sobre todo ello. Weber, con muchos detalles,
intenta establecer la tesis de que Hitler cuajó en el ambiente
político que se vivía en Munich, la revolución comunista a la que
sirvió como soldado, su aplastamiento, la humillación de Alemania
en Versalles y la oportunidad de aprovecharla como trampolín
político, repitiendo el golpe de Mussolini con una marcha hacia
Berlín, un fracaso en el que germinaron sus ideas extremas y Mi
lucha, y que si no le hubiesen ordenado acudir a la unidad de
desmovilización que le correspondía, que estaba en Munich, las
cosas no hubieran sucedido como fueron. En fin.
lunes, 20 de agosto de 2018
De Adolf a Hitler. La construcción de un nazi, de Thomas Weber
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