La
etapa es larga, en general por pistas no demasiado complicadas,
pasando
por La Tierra del Pan, Roales del
Pan,
Montamarta, bordeando
el embalse de Ricobayo y
las
ruinas de Castrotorafe hasta llegar a la Granja de Moreruela, donde
tenemos
la opción de seguir por la
Vía de la Plata que va
hasta Astorga
o rodar por el Camino Sanabrés, hacia el oeste. Desde el principio
sabíamos que cogeríamos el
camino que atraviesa
los Montes de Sanabria. Poco después de cruzar el puente de Quintos
sobre
el río Esla
para
entrar en las Tierras de Tábara tuve un desagradable incidente.
Evacuando en medio del monte, una nube de diminutos mosquitos se cebó
en mí. Las huellas de sus picaduras infectadas me acompañaron
durante varios días. Antes
de llegar a Tábara, capital
de la Sierra de la Culebra,
Ani y yo nos perdimos por querer adelantar por un atajo hacia
Santa Eulalia de Tábara y
tuvimos que hacer unos kms
de más.
En Tábara, almorzamos
justo delante de su hermosa iglesia románica, que es lo que queda de
un monasterio del siglo IX, el de San Froilán que llegó a reunir
600 monjes y monjas. Son conocidos sus códices miniados, como los
Beatos de Tábara y de Gerona. Y tras Tábara fui yo quien se perdió.
Harto de subir duros repechos pedregosos me fui por
una
carretera sin
saber que
se alejaba del camino. Me costó dar con Bercianos y
subir otro duro
repecho
para llegar a Santa Marta de Tera. En Santa Marta tuvimos que
conformarnos con bocadillos y por la tarde comprar en un pequeña
tienda, cuya dueña preguntaba una y otra vez si llegaban más
caminantes.
La
historia del pueblo y de su bella Iglesia románica, del siglo XII,
nos la explicó la amable hermana de la tendera, encargada del
albergue y de la iglesia museo. La iglesia formaba parte de un
monasterio mozárabe. En una de sus portadas, está la escultura en
alto relieve del apóstol Santiago que es la más representativa del
Camino Sanabrés. Como en otros templos románicos en este se da el
fenómeno de la ilumninación equinoccial, cuando dos veces al año
el sol entra por el óculo de la cabecera e ilumina un capitel
historiado. Al atardecer, en el impoluto albergue municipal, junto
a otros turigrinos más que peregrinos como nos gustaba llamar el
alberguero de Salamanca, nos
preparamos unos ricos espaguetis con un sofrito de verduras. 92,38
kms.
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