La
historia japonesa sufrió dos grandes revolcones, tres si contamos la
derrota en la 2ª GM. El primero sucedió a finales del siglo XII,
cuando los samuráis se impusieron tras un largo conflicto a los
nobles que hasta entonces habían dirigido el país. A los nobles, expulsados del poder y expropiados de sus riquezas, no les quedó
otra que vivir de aquello que dominaban, las artes. Transformaron la
cultura, alejándola de la influencia china, dominante hasta
entonces, y conformaron la cultura japonesa clásica. El segundo
revolcón fue en 1868, cuando se acabó con el sogunado y Japón se
modernizó, adoptando pautas occidentales. Ello supuso la pérdida de
la cultura clásica. Tras la 2ª GM todo eso se acentuó.
El
nō: el objetivo del teatro nō no es expresar la individualidad,
sino el yugen, es decir, la belleza, oscura y misteriosa, que
hay más allá de la persona.
El
kabuki: el baile del kabuki en un juego entre el yin y el yang. El
abanico sube antes de poder bajar, el cuello gira a la izquierda
mientras los pies giran hacia la derecha. Cuando la dama de la corte
señala, primero mueve el dedo hacia atrás, describe un círculo, y
luego lo lleva hacia afuera, pero en ese mismo instante, los hombros
están girando en la dirección opuesta. Es la armonía de los
opuestos lo que hace tan satisfactoria la danza del kabuki; y lo
mismo sucede al escribir caligrafía.
Nacido
de la represión al impedir a las mujeres subir al escenario, el
kabuki se convierte en un arte en que se equilibran el humor, la
emoción y la sexualidad. Lo fascinante del Kabuki es la mezcla de
refinamiento y hedonismo, representa los dos polos de la cultura
japoneses, lo sensual y lo ritual.
Caligrafía:
los caracteres kanji, que se
ven por doquier, vienen del chino, quizá la única
contribución cultural china al mundo (según Alex Kerr). Perdidos
los jeroglíficos egipcios y los maya, los japoneses los han
conservado a costa se someter a sus estudiantes a años de suplicio
memorizando 1800 kanji de uso común, sus miles de variantes,
pronunciación y combinación. Los japoneses crearon, durante el
periodo de los samuráis un estilo de escritura propia, el wayo,
frente al karayo
chino, empleado por monjes y literatos. El
wayo era delicado y femenino, no era el retrato del alma, sino
más bien el de un ideal elegante. El mundo ‘supraindividual’ que
crearon los calígrafos wayo fue uno de los mayores logros de
Japón, pero fue eliminado de los currículos en 1868, por demasiado
rígido y por las connotaciones negativas del mundo samurái.
(Textos basados en Japón perdido, de Alex Kerr)
No hay comentarios:
Publicar un comentario