miércoles, 6 de junio de 2018

Alsasua



          La Audiencia Nacional envía a la cárcel a Julen Goikoechea, Iñaki Abad, Jon Ander Cob y Aratz Urraizola, condenados en el ‘caso Alsasua’, a la espera del recurso ante el Tribunal Supremo. La Audiencia Nacional, en la sentencia, consideró probado que un grupo de 25 personas rodeó a las víctimas, les increpó —con gritos como "os vamos a matar por ser guardias civiles", "hijos de puta" o "esto os pasa por venir aquí"— y comenzó a golpearlas.

Dicen los familiares de los condenados, en una rueda de prensa:
"Hoy, [ayer martes] el día que se cumplen 120 años del nacimiento de Federico García Lorca, hombres sin luz han querido que no amaneciera en Alsasua. Han venido a llevarse a cuatro de nuestros hijos". "Han vuelto a venir [la guardia civil] a generar rabia y dolor. Han querido volver a dar una imagen de fuerza".

Y en Twitter:
"Se ha consumado el montaje. Siete jóvenes presos por venganza. Su odio no tiene fin, seguiremos reclamando justicia y no tenemos duda de que lo conseguiremos".

   
          Los padres de María José, una de las víctimas de la agresión de Alsasua, la novia del teniente que sufrió la rotura de la tibia y el peroné, han decidido poner a la venta su casa, horas después de que el municipio se movilizara contra el ingreso en prisión de los cuatro condenados que aún permanecían en libertad provisional. A su paso por la vivienda se encendieron bengalas y se gritó “Alde hemendik, utzi bakean!”, (¡Fuera de aquí, dejadnos en paz!) y “Herriak ez du barkatuko” (El pueblo no perdonará).

          La pareja llegó al municipio hace ahora 17 años, procedente de Ecuador. Con una niña de apenas 3 años, María José, lograron salir adelante fundamentalmente gracias al local que regentaban en el hogar del jubilado del municipio y cuya licencia renovaron poco antes de que se produjeran los incidentes en el bar ‘Koxka’ que terminaría por cambiarles la vida. A partir de ahora iniciarán una nueva etapa fuera de Alsasua y probablemente de Navarra, en busca de trabajo y un entorno más amable para vivir.

          Su hija, María José, sufrió estrés postraumático a consecuencia de la agresión y la presión que sobre este caso ha ejercido el entorno afín a los condenados. Varias psiquiatras declararon en el juicio celebrado en la Audiencia nacional que la joven llegó incluso a mostrar síntomas de comportamiento suicidas en un intento por terminar con la situación angustiosa que ha vivido. María José continúa en tratamiento. Durante la celebración del juicio su testimonio fue el más duro de los escuchados durante la vista. Relató cómo desde aquella noche su vida cambió para siempre para convertirse en “un infierno” que le llevó a no regresar a Alsasua hasta pasados siete meses. “Me veía sola, humillada, traicionada; llegué al límite de no ver salida y tratar de quitarme del medio; era la única forma de acabar con esto”, relató.

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