Temía
las subidas del Padornelo y A Canda que se anunciaban duras, con los
1350 del Padornelo, la cota más alta del camino desde Sevilla, pero
nada de eso. Claro que Ani y yo, tras llegar a Requejo, decidimos
subir por carretera, ante el mal estado del camino. Ramón, un
valiente, su frase: “Si quisiese hacer el camino por carretera, cogería el
coche”. Son subidas tendidas que se hacen cómodamente, tanto que
decidimos continuar hasta Laza en vez de convertir A Gudiña en final
de etapa. La etapa, sin embargo, es toda ella montañosa, y la más
larga. Pasamos por Aciberos y Lubián, el último pueblo de Zamora,
enclavado en un valle casi cerrado, para encarar el alto de A Canda
que hace de puerto fronterizo entre las tierras castellanas y las
gallegas. Tras un prolongado descenso hasta A Vilavella y O Pereiro,
pasando por algunas corredoiras, ascendemos O Cañizo para llegar a A
Gudiña y tomar un ligero descanso con una rica ración de tortilla.
Lo más duro vendría después con continuas subidas y bajadas por el
Macizo Central Galaico, subidas duras y bajadas vertiginosas y, para
mí, peligrosas, en especial la bajada a Campobecerros, muy técnica,
por pistas descarnadas y llenas de piedras afiladas, pizarras y
escalones, con continuos subeybajas hasta llegar a Laza, pero rodando
por el cordal de la Sierra Seca que nos da unas vistas espléndidas
sobre los valles, con el Embalde das Portas y la Sierra da Teixeira
al fondo. Una de las etapas más bonitas del viaje. Se llega a Laza
tras una muy larga bajada, desde La cruz del Milladoiro, pasando por
algunas aldeas despobladas o con algunas viejicas a la puerta, como
en As Eiras, por una pista en buenas condiciones.
El
albergue municipal de Laza es nuevo y cómodo, en un alto. El pueblo
es pequeño, pero mira por donde en el bar donde tomamos un bocata me
encontré con un joven peregrino con quien había hecho unas cuantas
etapas de mi primer camino, el francés. Desde aquellos días había
recorrido media Asia y ahora estudia en su tierra natal. Habían
cerrado la cocina cuando llegamos y el menú sólo pudimos comerlo
por la tarde. No nos perdimos gran cosa. También en ese bar estaban
los tres andaluces, que hacían un alto para comer, ellos sí, porque
habían llegado a tiempo. 95,78 kms.
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