“Observando más cuidadosamente las huellas digitales atmosféricas de la Tierra, los biomarcadores humanos también incluirán ácido sulfúrico, carbónico y nítrico, y otros componentes del smog provenientes del uso de combustibles fósiles. Si los curiosos extraterrestres resultan ser más avanzados tecnológica, social y culturalmente que nosotros, entonces seguramente interpretarán estos biomarcadores como evidencia convincente de ausencia de vida inteligente en la Tierra”.
Por
otro lado, un cosmos sin nadie que pudiese contemplarlo y mostrar perplejidad ante la magnitud de los 100.000 millones de galaxias
incrustadas en el tejido cuadrimensional del espacio tiempo y los
100.000 millones de estrellas en cada una carecería de sentido.
Parece natural que de la evolución natural del cosmos surja la
vida y de esta una inteligencia que pueda explicarlo. Aunque pensar
así no deja de ser una visión antropocéntrica. Es por casualidad
que lo vemos tal como ahora se muestra, porque el universo se expande
tan veloz que llegará el momento que la distancia entre galaxias
será tan grande que una mente que observe no podrá deducir su
existencia. A este punto de vista le llama Neil deGrasse Tyson, el
autor del libro, la perspectiva cósmica. La magnitud del universo
debería relativizar nuestra presencia en esta esquina del
cosmos, así como nuestros falsos problemas fundados en creencias y
presupuestos que empequeñecen ante el formidable engranaje que puso
en marcha el Big Bang, del que apenas sabemos algo del 5 % del
total que supone la material normal, que podemos conocer gracias al
sofisticado instrumental de los astrofísicos. El resto, el 27 % de la materia oscura y el 68 % de la energía oscura, se nos escapa,
sin contar con que nuestro universo no sea más un velero en un
inmenso océano lleno de veleros cuya distancia nos impida saber de
su existencia, la hipótesis del multiverso. Aún así el universo
conocido no es “una benévola cuna diseñada para cultivar la vida,
sino un lugar frío, solitario y peligroso que nos obliga a
reconsiderar el valor de cada humano”.
El
libro es breve pero lleno de datos que la mayor parte de la gente
desconocemos. Tyson tiene una gran habilidad para explicar los
asuntos más complejos y además lo hace con humor. Un ejemplo: “Una
sola bocanada capta más moléculas de aire que las bocanadas de aire
que hay en la atmósfera de toda la Tierra. Eso quiere decir que algo
del aire que acabas de respirar pasó por los pulmones de Napoleón,
Beethoven, Lincoln y Billy el Niño”. Otro: “Hay más estrellas
en el universo que granos de arena en cualquier playa, más estrellas
que los segundos que han pasado desde que se formó la Tierra, más
estrellas que las palabras y los sonidos jamás pronunciados por
todos los humanos que hayan vivido”. “No solo vivimos en este
universo. El universos vive dentro de nosotros”.
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