Asalto mongol a una ciudad |
"Los tártaros
moribundos, aturdidos y estupefactos por la inmensidad del desastre
causado por la enfermedad, y dándose cuenta de que no tenían
esperanza de escapar, perdieron el interés en el asedio. Pero
ordenaron que los cadáveres fueran colocados en catapultas y
arrojados a la ciudad con la esperanza de que el hedor intolerable
mataría a todos dentro. Lo que parecían ser montañas de muertos
fueron arrojados a la ciudad, y los cristianos no pudieron
esconderse, huir o huir de ellos, aunque arrojaron al mar tantos
cuerpos como pudieron. Tan pronto como los cuerpos podridos
contaminaron el aire y envenenaron el suministro de agua el hedor era
tan abrumador que apenas uno de varios miles estaba en condiciones de
huir de los restos del ejército tártaro. Además, un hombre
infectado podría llevar el veneno a otros, e infectar a personas y
lugares con la enfermedad por solo mirar. ( Gabriele De Mussis,
Istoria de Morbo, Mortalitate quae fuit Anno Dni MCCCXLVIII, 1348).
La
fluida circulación comercial entre oriente y occidente, en la época
de la pax mongolica, se vio interrumpida de golpe por un
enemigo inesperado que utilizó las mismas vías de la ruta de la
seda que habían traído la prosperidad, la peste negra.
A
la bacteria Yersinia
pestis se le
presentaron las condiciones adecuadas para prosperar cuando a
comienzos del siglo XIV la caída de temperaturas y las consiguientes
malas cosechas abrieron un periodo de hambre y debilitamiento en la
población. Las rutas comerciales de la prosperidad se convirtieron
de golpe en autopistas del mal. Su vehículo fueron las pulgas y
estas recorrieron grandes distancias a lomos de ratas y de los
resistentes camellos de la estepa. A su extensión hacia occidente
contribuyeron las naves genovesas. Un ejército mongol había sitiado
durante meses, en 1346, la colonia genovesa de Caffa (Feodosia), en
la península de Crimea, junto al Mar Negro. El ejército mongol
infestado por la peste (La peste mataba a “miles y miles cada día”,
dice una fuente) tuvo que levantar el sitio, pero antes de hacerlo
quisieron dejar a la población de Caffa un buen regalo: catapultaron
cadáveres infestados por encima de las murallas con la intención de
matar a la población con el nauseabundo olor que desprendían los
cadáveres apestados. No fue el mal olor sino la peste la que sembró
en la colonia y en Europa entera, cuando los barcos genoveses
volvieron a casa, la muerte y la devastación. Se considera una de
las primeras si no la primera guerra biológica de la historia. Es
difícil hacer un cálculo sobre los estragos de la peste. Los más
conservadores hablan de que Europa perdió un tercio de su población
(25 de 75 millones de habitantes), otros hablan de un 60 para el
conjunto de Europa. En la península se pudo pasar de seis millones a
dos o dos y medio. Los mongoles no destruyeron el mundo, la peste
estuvo a punto de conseguirlo.
Además hubo daños colaterales. Se
culpó a los judíos de envenenar pozos y ríos. Un testimonio de la
época relata que se juntó “a todos los judíos entre Colonia y
Austria” y se les quemó vivos. Los pogromos se extendieron por
Europa en una orgía de muerte que se añadía a la muerte. A largo
plazo, merma tan brutal de población trajo beneficios para los
supervivientes: mejoraron sustancialmente los salarios de los vivos,
aumentó la esperanza de vida, se reconfiguró el orden social
mejorando las condiciones de los campesinos, sentando las bases para
una nueva prosperidad que eclosionaría en la revolución industrial
del siglo XVIII.
No hay comentarios:
Publicar un comentario