Es
bastante engañoso el título de este libro, y pretencioso, no sé en
qué sentido Alexandre von Humboldt habría inventado la naturaleza.
En la mayor parte de los aspectos a los que la autora podría
referirse, Humboldt no dijo la primera palabra ni la más importante.
Eso sí, es resultón de cara a las ventas. Se ha publicitado y
vendido bien. En realidad es una biografía del polímata -es la
palabra que ella utiliza- alemán y como tal está bien trabada, bien
escrita, en algunos momentos como si fuese una novela. Sigue los
pasos de Humboldt en su Prusia natal, su familia, sus estudios, su
carácter pasional; sus amigos, Goethe, Schiller; el largo viaje de cinco años por Sudamérica, arrastrando sus aparatos de medición, la
selva, los Andes, la sociedad colonial que le daría fama y tema para
escribir sus libros más importantes; conoce a los grandes hombres
del momento Gay-Lussac, Thomas Jefferson, Simón Bolívar; asiste, con
fortuna, a grandes acontecimientos como una erupción del Vesubio, la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas, las insurrecciones
americanas por la independencia. Andrea Wulf se apasiona con su personaje, lo sigue casi
día a día, cuenta con entusiasmo lo famoso que era, la cantidad de
lugares que tienen su nombre (entre ellos, la corriente de Humboldt
junto a la costa de Chile y Perú, un pico en Venezuela, un río en
Brasil, una sierra en México, una bahía en Colombia o el pingüino
de Humboldt) y repite muchas veces, tratando de justificar el título
del libro, que Humboldt está en el origen de nuestra moderna
concepción de la naturaleza, entendida como un sistema global en el
que todas sus partes se relacionan. También habría predicho el
cambio climático debido a la acción humana o el descubrimiento del
ecuador magnético de la Tierra.
El 'Naturgemälde' de Humboldt |
Viajó tanto y durante tiempo, en
unas condiciones que no eran por supuesto las de hoy, que alguna idea
se hizo de cómo estaba organizada la naturaleza. La más interesante la que
intenta explicar con la palabra 'Naturgemälde', en realidad un
dibujo de las laderas del Chimborazo, en el actual Ecuador, en el que
describe la geografía de los climas y la distribución de animales y plantas, con sus nombres científicos, en zonas, a lo largo de toda su extensión debido a la temperatura,
altitud, humedad, presión atmosférica, comparándolas con otras partes del
mundo, demostrando que la naturaleza en una fuerza global a través
de los continentes. Pero Humboldt no fue Darwin, aunque este leyera
con gran interés sus obras. Seguramente, a pesar de estar formado en
el racionalismo de la ilustración, sí que se podría decir que es el
padre de la idea romántica de la naturaleza que ha dado origen al
ecologismo y a ciertas concepciones cuasi místicas, incluida la que
sostiene que es un organismo vivo (la teoría de Gaia de Lovelock). La autora dedica varios capítulos a la influencia de Humboldt sobre posteriores naturalistas, políticos, científicos y proteccionistas como Jefferson, Bolivar, Darwin, Thoreau, Kaeckel o John Muir, en ello se le va casi la mitad del libro. Por supuesto el libro está muy bien escrito, se disfruta leyéndolo, aunque la autora no sabe disimular sus prejuicios cuando habla del contexto histórico en que se desenvolvió la vida de Humboldt.
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