En esta entrevista hay una clamorosa ausencia. El entrevistado tiene presente lo que
quiere una parte de la población vasca y navarra. La parece bien el
concierto, la foralidad, dice que ayuda a la convivencia que ha
durado 40 años y si ha durado 40 años es que funciona (¡Lógica de filósofo! ¿Progresista? ¿Cuánto duró la esclavitud?). En la
práctica funciona como un sistema confederal, dice. Lo mismo podría
aplicarse a la población catalana que quiere la independencia. No
habla en ningún momento de privilegio, de insolidaridad, de regiones
ricas y regiones pobres, de la diferencia de recursos, del trato
diferenciado entre habitantes del mismo país. Este hombre no es
andaluz o extremeño. La palabra igualdad o justicia distributiva no
aparecen en su vocabulario. Tampoco habla de las élites que se han
generado con el sistema autonómico y sus particulares necesidades. Hay que desacralizar la constitución, dice, también la soberanía, pero la nación, no, no debe ser desacralizada. Para él lo de Alsasua fue una pelea, sin más. Es un filósofo.
sábado, 15 de julio de 2017
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