Hay
una literatura, un cine, un arte en general que se hace para halagar
las bajas emociones de la gente culta, la misma que se burla o
desprecia cuando aquellos mueven los sentimientos populares. La
diferencia con el arte verdadero es que este no suele tener en cuenta
al público y si lo hace es todo menos complaciente. Pero no todo
arte sentimental en despreciable, hay joyas que han surgido del arte
fácil. La película alemana Paula, de Christian Schwochow, se
queda a mitad de camino. Sin duda no tendrá muchos espectadores,
pero entre ellos habrá quienes deseen que les cosquilleen en las
sienes: la colonia de pintores de Worpswede a comienzos del siglo XX,
que con el tiempo cobraría fama; nombres como Rilke, Otto Modersohn,
Paula Becker o Clara Westhoff; el París posimpresionista. La
película se centra en la peripecia vital y artística de Paula, la
pintora Paula Modersohn-Becker, biopic con
algunas gotas de feminismo y lucha por la modernidad. Incluso en una
colonia de artistas los roles sociales de hombres y mujeres están
muy definidos: modernidad artística no significa libertad social.
Carla Juri intenta dotar de juvenil espontaneidad a Paula Becker,
aunque a veces cae en un cierto histrionismo. El director y el cámara
buscan en los paisajes traducir en fotografías las miradas de los
pintores de la época, mientras el guionista convierte la relación
amorosa entre Paula y Otto en una historia romántica.
lunes, 29 de mayo de 2017
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