Acabo de
ver dos biopics, dos relatos más o menos biográficos. El primero, Miles
Ahead, sobre el famoso trompetista de jazz; el segundo, Pawn Sacrifice
(Sacrificio de peón), sobre el no menos famoso ajedrezista Bobby Fischer.
Los dos tratan de decir algo sobre la personalidad y el genio, ¿cómo llevan eso
de convertirse en personaje? Miles Ahead se centra en la gran crisis de
Miles Davis (creíble Don Cheadle en la ficción): el abuso de la cocaína le
llevó a un vacío de creatividad durante cinco años, después de 1975. Pawn
Sacrifice, en el gran momento del enfrentamiento, en Reikiavik, entre Bobby
Fischer (estupendo Toby Maguire) y el
campeón soviético Boris Spassky, en 1972. Contemporáneos, pues. En los dos hay
elementos de intriga, un intento de atrapar la atención jugando con un cierto
suspense. En la primera película la intriga gira en torno a una cinta que supuestamente
tiene grabadas las nuevas creaciones del músico. Una intriga leve que pretende
no estorbar, porque el verdadero objetivo es mostrarnos la complicada
personalidad del genio. La segunda es algo más compleja: está construida sobre
tres ejes: la personalidad del ajedrecista afectada por su paranoia
anticomunista, el contexto de la guerra fría y la inteligencia humana aplicada
al ajedrez.
En el caso
de Miles Ahead también hay algún momento en que se intenta explicar el
salto musical que Miles Davis supuso en la escena jazzística, pero es una débil
explicación. En Pawn Sacrifice hay exposición de jugadas, se muestra el
detalle de los movimientos en las partidas, aunque para el no especialista
pasan desapercibidos. Si las dos películas tienen interés es por la
singularidad de sus protagonistas, exponen su conducta durante una breve época
de sus vidas (más larga en el caso de Fisher), aunque como es lógico no nos
explican el origen de su personalidad, no son, ni pueden ser, un tratado
psicológico, pero sí que hay un momento, en Pawn Sacrifice, en que Bobby
Fisher, ante la exaltación de periodistas y público, trata de quitarse méritos
por haber ganado el campeonato del mundo: no tengo gran mérito, tan sólo teoría y memoria, dice. Es decir
la genialidad no es otra cosa que una especial configuración cerebral, una
lotería natural que quizá puedan reproducir las máquinas. La paradoja es que
esa lotería que de vez en cuando cae en una persona y produce genios para el
disfrute del arte o del deporte en la gente que los sigue, a cambio de una gran
infelicidad para sus portadores.
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