Metido en el verano de golpe, sumergido en un tiempo y un
lugar que ha estado ahí siempre, como si la primavera fuese de otro siglo cuya
memoria hemos olvidado, los acontecimientos parecen no suceder, no tener
presente, sino haber pasado tiempo atrás, como si el Brexit estuviese
amortizado, anunciado hace mucho, no sucedido y muerto, despojado de sentido, y
las elecciones generales no fuesen de ayer sino de meses atrás y nadie reparase
ya en ellas, incluso la eliminación de España del europeo, que acaba de pasar
ahora mismo, hubiese sucedido hace dos años y no en París sino en Brasil, no sé
en qué ciudad, a quién le importa, y Del Bosque, el honesto Señor, fuese una
hoja amarillenta revoloteando junto al calor de una alcantarilla, pues todo lo
que pasa parece suceder sin tiempo, desprendido de las cosas, sin asiento, solo
gente pasando hacia no se sabe donde, imágenes muertas en las televisiones, sin
sonido, sin nadie que preste atención a lo que los bustos andan diciendo, pues
a nadie interesa lo que salga de sus labios, niños jugando en la plaza, madres
aburridas mirando, puestos ahí, ellas y ellos, por un genio maligno que
disfrutó dándoles cuerda en algún comienzo pero que aburrido él mismo los ha
abandonado a un destino que no lleva a ningún lado, sin un futuro que les
oriente.
lunes, 27 de junio de 2016
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