Si la vida
es una sucesión de días grises, algunos sombríos y unos pocos luminosos, en los
que vamos moldeando y reforzando, o quebrando, el carácter, de vez en cuando
topamos con un acontecimiento extraordinario, inesperado o no, que examina
nuestra personalidad o la transforma. Karl Ove Knausgard (KOK) tiene el
proyecto de contarlo, la variedad de los días y el suceso único, en una serie de libros con la forma de una autobiografía
novelada. En español ya se han publicado tres, aunque el proyecto total son
seis. Pueden parecer muchos, pero cuántas cosas no nos suceden a lo largo de la vida. El
asunto es saber contarlo de modo que la vida de KOK pueda parecer nuestra
propia vida, la del lector que no se ha animado a contar la suya. El asunto
extraordinario del primero es la muerte del padre del autor, narrador y
protagonista. La muerte en unas circunstancias poco comunes, aunque seguramente
más habitual de lo que parece, le sirve al autor para escarbar en sus recuerdos
y tratar de buscar sentido a su difícil relación con el padre. También aparecen
otros personajes, la primera mujer, sus hijos,
algunos amigos, pero especialmente su hermano Ingve y su abuela, en cuya
compañía murió el padre.
La muerte, primero como fantasma y luego como inane
realidad material, acompaña todo el relato, pero no es el único tema. La
relación con los demás, el tejido de intimidades, su apertura o
preservación, es el otro. Pero si la materia de la vida y de la muerte es el
tema que trata de atrapar KOK, paralelamente reflexiona sobre lo que está
haciendo, el proceso de la escritura, una escritura que para él, como para
tantos otros, forma parte del entramado de la vida, hasta el punto de que si
uno piensa seriamente en la liberación, como forma de felicidad, si eso es
posible, liberarse de obligaciones y determinaciones puede querer también decir
liberarse de la escritura, tal como hizo, según KOK, Rimbaud poniendo rumbo a
África. La lectura, al menos para mí, también puede convertirse en
acontecimiento, si uno juega a su juego y decide ir levantando las capas con
las que hemos ido sepultando la ingenuidad con la que comenzamos a contemplar
el mundo.
1 comentario:
¿Has leído lo que escribe Javier Marías en el dominical del domingo?
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