“La crisis
ha sido un factor muy regresivo. Ha generado una gran desconfianza respecto al
mundo laboral y ha acentuado esa voluntad de repliegue en el hogar. Ante la
precariedad imperante y la desigualdad salarial, muchas mujeres prefieren
refugiarse en la familia y la descendencia. A falta de un puesto de trabajo
formidable, muchas se centran en la procreación. ¿Para qué matarse a trabajar
por un salario ínfimo cuando existe una alternativa más apetecible? Frente a un
mundo laboral que las trata como pañuelos desechables, el cometido de criar a
un hijo feliz e inteligente resulta más apasionante. Hoy, para muchas mujeres, tener
un hijo es como crear una obra maestra”.
“La madre
naturalista aspira a romper con el modelo consumista y capitalista, en
beneficio de una comunión con una naturaleza sacralizada. Hoy se observa el
comportamiento de una madre chimpancé y se proclama que ese es el modelo a
seguir. Veo absurdo tomar la naturaleza como modelo eterno e insuperable.
Es innegable que la acción del hombre ha dañado la naturaleza, pero no todo lo que
ha aportado la civilización ha sido nocivo”.
“Asistimos
a un triunfo incontestable del feminismo diferencialista, muy distinto del
universalista, que es el que defiendo yo y el que encarnó Simone de Beauvoir. El
nuevo feminismo, en lugar de incitarnos a vivir como los hombres, prefiere
subrayar nuestros particularismos. Especialmente la maternidad, pero también el
pacifismo, la proximidad con la naturaleza o la atención a los demás. Ese
modelo filosófico-feminista que surge en los ochenta ha encontrado una
audiencia muy considerable entre las mujeres de las clases favorecidas”.
“El
elemento psicológico es tan importante o más que el fisiológico. No existe
ningún motivo para culpabilizar a las madres que no quieren dar el pecho. Entre
otras cosas, porque la diferencia respecto a la leche en polvo no está probada
en absoluto. En el mundo occidental, existen leches muy sofisticadas que se
adaptan perfectamente a cada bebé. Y un último argumento: las mujeres de mi generación
criamos a nuestros hijos con el biberón. Hoy son los que tienen mayor esperanza
de vida de la historia”.
“Muchas
veces es una palabra vacía de contenido [Feminismo], al servicio de la
comunicación. Además, cuando observo los estudios demográficos sobre la
repartición de las tareas domésticas, no me parece que haya habido una gran
evolución. Si las mujeres siguen haciendo el 90% de esas tareas, ¿quién es
realmente feminista? La igualdad entre sexos no será factible hasta que
hombres y mujeres las compartan a partes iguales. Ese es siempre el mejor
barómetro”.
“Las
mujeres son capaces de hacer todo lo que hace un hombre, incluido lo peor
imaginable, como la violencia o el terrorismo. El separatismo entre sexos
tiene que terminar, o la paz entre hombres y mujeres nunca llegará”.
“Los
musulmanes franceses no sabían ni lo que era el burka. Se ha producido un
trabajo de proselitismo inimaginable en las banlieues, que empieza en los
imanes pero va más allá. La clase política no ha querido verlo, porque
constituye un tabú, pero el tiempo ha demostrado que su expansión era
sintomática de un combate contra el laicismo”.
“Mi padre, que
creció en una familia judía muy religiosa, siempre decía que, cuando uno sale
de la sinagoga, se tiene que quitar la kipá. Cuando no se está rezando, esos
símbolos son pura ostentación”.
“El
islamismo, incluso cuando es minoritario, puede tener efectos espantosos. El
islam debe poder ocupar todo su lugar en la sociedad francesa, pero el
islamismo tiene que ser combatido sin piedad”.
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