“Necesitamos dejar de ser las víctimas de un proyecto viejo basado en ideas que no son nuestras, insisto. No debemos creer en los profetas del simulacro y la mercancía. En los intelectuales de los centros comerciales y de los platós de televisión. No aspiramos a cambiar una política por otra, queremos encontrar una forma de hacer de esta época un lugar habitable”.
En las
páginas finales del libro, a modo de notas, Diego Doncel, explicita su
ideología, próxima al 15-M y a su hijo natural, Podemos, no los alude directamente,
pero en su instinto poético late la misma pulsión adanista, ese volver a
comenzar como si nada de la vida que llevamos fuese rescatable. “Sabes que hay
una revolución en marcha. Que hay que creer en la fuerza de la multitud”.
El fin
del mundo en las televisiones es un libro original, aunque con antecedentes
rastreables en la poesía española. Poetiza la prosa o prosifica la poesía que
viene a ser lo mismo para que las ideas que recoge del aire viciado de ahora
mismo vuelvan a él más leves pero brillantes y seductoras. Dividido en 9
capítulos, cada uno referido a la realidad tamizada por un canal de
televisión (Canal 1, Canal 2), ofrece relatos poetizados o largos poemas, con frases
sucintas separadas por puntos y aparte y espacios en blanco, que pretenden ejemplificar
el campo de batalla de esta larga crisis. Vidas rotas o consumidas, detalles de
la vida circundante alternados con reflexiones políticas y algunos chispazos de
amor y sexo. Vida privada y vida golpeada. El libro se abre con este epígrafe
tomado de un graffiti de Pompeya: “Oh muro, no sé cómo has podido resistir el
peso de tanto oprobio”. Algunas de las frases son descriptivas, en otras
desagua la emoción, otras son sentenciosas hasta alcanzar la forma de eslóganes
para la manifestación del día. También hay hallazgos poéticos que han merecido
el premio de poesía Tiflos. Quizá peque de superabundancia y de falta de
perspectiva: no ha encontrado el punto entre la vista a ras de suelo y la
cenital, entre la tenaz hormiga trabajadora y la velocidad y rapidez del halcón
peregrino. En todo caso, la rauxa, después de tanto novelista (Isaac Rosa, Belén Gopequi, David Torres), tiene su poeta.
Muestras espigadas:
“La ética
solo la consumen los pobres, como el whisky nacional”.
“Hay que
estar a la altura del ejercicio de la política o de las dimensiones del
capital:
El poder se
mide por la chica a la que vas a pagar esta noche”.
“Follar
clandestinamente en la época de la multiplicidad del yo
no es un
vicio, sino una exigencia del mercado”.
“Ya los
medios de comunicación harán su trabajo: mantener la
realidad a
raya, sin crítica, en un idealismo feliz”.
“Celebro mi
insignificancia con tragos de cerveza.
Acudo al
porno para defenderme del resentimiento, para ser
como ellos,
para librarme de mí.
Mi destino
es no llegar a ningún sitio.
Al amanecer
soy un muerto más”.
“Solo sabe
que la lujuria tiene el color de una cuenta corriente,
que el
deseo posee las dimensiones del mercado, que la
belleza es
algo que se puede comprar”.
“Yo sabía
que solo el que conoce los prostíbulos, las cárceles y
los
manicomios tiene verdadera conciencia de lo que es
este país”.
“¿Por qué
seguir adorando una época vieja?
¿Por qué
seguir creyendo que nuestra vida se construye como
una
mercancía más?"
"Los
bárbaros ocupan las pantallas de todas las televisiones”.
“Recuerda
que vivimos en territorio bajo vigilancia”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario